26 de septiembre de 2010

Roberto.

A veces me descubro como un poco femenina. Me cuido. Me arreglo. Me hago el gato. Cocino. Me preocupo por vestirme bien.
Otras veces todo me importa un ovario.
Pero, sin duda, a quien predomina este cuerpecito deberíamos llamarlo Roberto.

No armo una oración sin putear algo de por medio. Soy guarra compulsivamente.
Meriendo con chocolatada. Nunca maduré para tomarme unos mates.
Tengo pinta de falopera algunas veces. (y la gente me lo dice, gracias conchudos!)
Y ser natural, no sé si es de transparente o de abandonada.
Cero maquillaje. Cero peluquería.
Cero delicadeza: digo las cosas sin pensar. Soy hiriente, lo sé.
Tengo cicatrices de palos que me he pegado, tanto en bici como haciendo sandboard salvaje.
No puedo caminar con tacos, no los tolero. Es más, odio los tacos y a las minas que no pueden vivir sin ellos.
Siempre que alguien me saca de las casillas, me imagino con lujo de detalles cómo lo/la cago a palos, le pego la cabeza contra la pared o piso, y le pateo las costillas con saña. Nunca lo hice. (hasta ahora).

Si me hubieran visto a los 15!! Oh my God...era un pibe. (ya posteé algo de esto...)
Andaba en patineta (sí señores, soy vieja y de patineta, no de skate! Un horror...)
Si no me encontraban, se fijaban arriba de los árboles.
La ropa la sacaba de ferias americanas y de mis primos varones.
El club para mí era natación, paddle y básquet. (sí, con esta altura puedo, hsdp!)
Andaba en bici al mejor estilo motocross. (pregúntenle a Gato (mi mejor amigo varón, para que tengas!), que
adoraba mis frenadas!)

Mi padrino tenía un bar. Mi padrino es lo más en aspectos de locales culinarios. (chivo: pasen por La Perseverancia y si pueden, dense una vueltita por el ex Club Independiente de Campana, ahora llamado Los Buenos Tiempos, pizzas de la hostia!)
Bueno, en fin, tenía un bar, se llamaba La Tienda. Yo tenía 9 años. Con mi primo y un amigo de él jugábamos a campeonatos de eructos. No recuerdo quién ganó, pero si recuerdo que vomité los 3 litros aproximados de Fanta que nos habíamos tomado para el "concurso". Y delante de toda la gente. (esto es culpa de mi madre, que me llevaba a estos lugares siendo yo tan inocente...).

Este es un buen ejemplo de que a lo que me desafíen, me prendo. Así sea un picadito y un vino con lo´ pibe´.

Creo que nunca dejaré de ser tan ciruja.


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