25 de octubre de 2011

(...)

Igual no sé....todavía no sé de dónde sale esta necesidad de escribir. Mucho menos de hacerlo público.
Podría analizarme psicológicamente para descubrir esta necesidad de que me lean, aunque no haya feedback. Es algo raro, porque simplemente me da placer.

Me da placer escribir e irme conociendo a medida que los dedos tipean cosas que yo jamás hubiera pensado o descubierto de mí, sino fuera por este arte. Uno nunca llega a conocerse del todo, creo yo. Y quizás en momentos como este, -y aquí impera cierto respeto a mi intimidad y no diré qué tipo de momento- es cuando más necesito profundizar en mi persona. Y hoy veo cosas que hace un año no veía. Escribo más seguido cuando estoy así.

Descubro que hago cosas que realmente me hacen bien, que salen del fondo de mi alma y me hacen sentir "Yo". Que me preocupo por mi bienestar sobretodas las otras cosas, que eran las que estaban antes que yo misma.
Que quizás un tropezón no es caída y que tengo toda una vida por delante. Que hay problemas que no son la muerte de nadie. Y que la muerte está siempre, ahí, para matar algo y dejar lugar a que algo nuevo nazca.

Que, por ejemplo, no le tengo miedo a la muerte. Sólo a la de los que quiero, pero no a la mía.
He perdido el miedo a que las cosas mueran. Las etapas de la vida, los animales, las plantas, las amistades, las relaciones. Cuando algo muere, le deja lugar a lo nuevo, a lo que debe nacer. Calculo que será algún tipo de ley de la vida o algo así, porque siempre que algo desaparece, algo nuevo sale a la luz.
Vida-Muerte-Vida.

Hoy soy mucho más fuerte de lo que era tiempo atrás.
Y yo, que me jacto de ser cambiante y estar buscando cosas nuevas constantemente, a veces tengo miedo de cambios bruscos, aunque los desee.

Sobretodo si el cambio empieza por mí.