6 de marzo de 2012

Rayuela.

No podría elegir un escritor. Simplemente me parece ridículo.
Sin embargo, cuando entro a una librería, me dirijo inevitablemente a la C.

Quizás sea injusto para otros escritores, pero yo estoy enamorada de Cortázar.

Es raro, pero siempre lo leí a las corridas.
Aparecía un cuento, y yo me lo tragaba.
Aparecía un libro por ahí, y lo hacía mío.
En la facultad lo usé de excusa para un trabajo, como a Coelho, a Pizarnik, a Storni.

Reconozco que pequé de leerlo mucho de prestado, y descargado.
Pequé de dejarlo de lado muchas veces para leer otras cosas.

Cortázar me inunda tanto de sensaciones, que debo alejarme para que no me dañe la psique, para que me deje volver a la realidad.
Para que no me desnude tanto, para que me deje ser la otra que soy en esta vida real.
Porque lo leo y siento que esa soy yo.Todas esas, todos esos.

Me ha deslumbrado en todos y cada uno de sus cuentos.
Sin embargo me da vergüenza reconocer que lo he dejado abandonado hace unos años.
Lo retomé hace unos seis o siete meses atrás, no recuerdo bien porqué.
Debe ser como una vez alguien me dijo, sus personajes son de un tiempo determinado.
Y eso ahora mismo me resulta tan cierto, que lo debo reconocer, me tengo que hacer cargo.

Quizás por eso nunca me animé a leer Rayuela.
Lo ví en bibliotecas de ex novios, en bibliotecas de amigos, lo tengo descargado (que no es lo mismo, nunca un libro en la computadora es lo mismo que en las manos).
Nunca me animé, no me pregunten porqué.

A fines del año pasado tomé coraje.
Y me dí cuenta en la página 2 de porqué nunca lo había leído, más allá de haberlo tenido mil veces en mis manos, más allá de la increíble atracción que me ejercía.
Calculo que me daba miedo.
Me daba miedo sentirme como me siento ahora. Que no es nada feo, todo lo contrario.
Son esas felicidades que no querés que terminen nunca.
Porque esa historia es mía. La hago mía. La siento muy mía.
Es de todos los que la han leído y de los que la leerán.
Soy yo y somos todos.

Hay cosas que te llegan y te marcan tan profundo que te da miedo leerlas.
Lo digo en serio.
Lloro, me río, me asombro y quiero vivir en un departamento ínfimo en París. ("Todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour")
Quiero ir a la plaza del paraguas roto de la Maga.
Quiero hablar francés.
Quiero que me deje de hacer sentir tan así.

Quiero que me deje de gustar tanto porque sino no lo voy a poder terminar.
Mucho menos si lo escucho relatar capítulos y me pongo a llorar.

"Te quiero tanto, nariz de azúcar"

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