18 de agosto de 2012

Los 27.

Tengo testimonios.
El propio, obviamente, y ajenos.

La gran mayoría de las personas, observan y llevan a cabo grandes cambios, giros, en su vida, entre los 27 y los 30 años.

Más allá de la llamada "Vuelta de Saturno" (de la que ya hablé en ESTA entrada), creo que es un punto de inflexión donde nos replanteamos todo, podemos tirar cosas por la borda o comprometernos a fondo con las que tenemos.

Queremos cosas que nunca hubiéramos imaginado querer, a nuestros gustos de siempre le añadimos algunos diferentes, nos comportamos casi como adultos y entendemos cosas desde otros puntos de vista.
Podemos hablar de temas profundos sin discutir, argumentamos de manera diferente nuestras opiniones y conocimientos, y sabemos dialogar.
Maduramos, crecemos o como quieran llamarle.

Dicen que la adolescencia tardía se dá en esta época, donde muchos de nosotros evadimos el hecho de formar una familia, (que sería lo social y biológicamente aceptable), de irnos de la casa de nuestros padres o de independizarnos económicamente.

Bueno, no.
Es el momento perfecto para moverse, arrancarse de raíz y hacerse cargo de uno.
Uno. No otros. Uno.

Las épocas cambiaron, las cosas se movieron.
Si personas como yo vienen viviendo cambios desde los 27 años, se autodescubren, se conocen a fondo en este rango de edad, ¿Cómo vamos a mantener una familia, a insertar otros seres en la sociedad, cuando recién ahora estamos aprendiendo a vivir nosotros?

Y con aprender a vivir me refiero a todo lo demás.
A aceptar que podemos trabajar de lo que amamos, a buscarlo.
A descubrir lo que queremos de la vida, por lo menos en breve.
A desatarnos de conceptos anticuados que ya en esta era no nos sirven.
A vernos en un lugar diferente, a entender que la joda no es todo en la vida y que, aunque no dejemos de hacerlo de vez en cuando, ya no es lo que más nos interesa.

Buscamos el equilibrio.

Nos interesa el futuro, amar lo que hacemos y sentirnos bien con nuestras vidas.
Poder amar a alguien una vez que aprendimos a amarnos a nosotros mismos. Poder aceptar las diferencias, sentir que las cosas que antes eran una bomba hoy son tan insignificantes que nos dá risa.
Poder hacer lo que queramos sin que alguien nos machaque el bocho con lo que "tendríamos" que hacer.
Estudiar hasta que nos aburramos y, si podemos, tener más de un título.

Tener una vida.
A eso me refiero.

¿Cómo quieren que formemos una familia a esta edad?
Es justo cuando estamos saboreando todo a punto caramelo, desde un nuevo lugar, más maduro quizás, caminando adonde tenemos que ir, aunque ni siquiera sepamos lo que nos espera.

No hay comentarios: