4 de noviembre de 2013

Otra vez.

No soy estable, no soy una persona que siempre está igual, que siempre se siente igual.
No. Yo siempre soy diferente, sin dejar de ser quién soy.

Tengo problemas que tratar con la rutina, con la sociedad, con la gente para la que no existo.
Tengo problemas que hablar con mi cabeza, con las cosas que me callo, con las que me aferro y sé que debo soltar.
Tengo problemas que digerir con mi propio ser, con mi corazón.

A veces siento que no soy yo, que me voy de mí por motivos externos a mi persona. Por situaciones, por otras personas.

Doy demasiado, espero demasiado.
Cuento en demasía con personas que no cuentan conmigo.
Y a veces me encuentro dependiendo de otra persona, pero sintiéndome sola.

Y no es así.

Así que cuando me doy cuenta, me doy la cabeza contra la pared.
Porque yo no soy así, no soy la copia ni gemela de nadie, yo soy suelta.
SUELTA.

Y si ésa es la lección que tengo que aprender, costará pero sé que estoy encaminada.

Porque no aguanto estar aferrada a cosas, a situaciones, a recuerdos, a futuros probables, a personas. Porque me hace mal.
Porque aunque no lo estuviera, quizás dejé de creer en que a la gente le interesa verme felíz.
También porque la felicidad en sí, está dentro mío. Nadie tiene la responsabilidad por la felicidad del otro.

No puedo estar atada a nada. Quizás por no ser lo suficientemente responsable, o por ser demasiado sensible.
Ante el desinterés, ante el desgano o la poca responsabilidad hacia mi persona, yo no puedo quedarme sentada como si nada pasara.
Yo no soy de las que viven esperando cosas que no sabe si vendrán.

No puedo seguir aferrándome a nada, porque no soy así.

Welcome Crisis versión 2013.

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