1 de diciembre de 2013

Cómo disfruto a Los Beatles drogada.

Es real.
Cada vez que pongo Abbey Road y me fumé aunque sea un fino, escucho todo como si fuera nuevo.
En I Want You escucho un televisor en ningún canal al final, que me hace ir a la mierda.
En Because percibo nuevos coros y prolongaciones de palabras.
Cuando Carry That Way amanece pegada a Golden Slumbers, me da escalofríos.

Cuando escucho los Beatles drogada, me voy desvistiendo en strip tease aunque no tenga espectador.
A veces imagino que está mi novio y le hago ese baile que no sé si alguna vez me animaré a hacer.

Me voy deslizando por las canciones que contienen casi un universo, nuevo, preñado de asombro, en cada comienzo. Me patino, voy como resbalando plácidamente.

Es esa sensación del ácido en los 60, ese delirio casi místico que te hace acreedor de poderes sobrenaturales, de conexión súper profunda con el espacio, con el todo. Esa autoestima de nerd universal.

Voy bajando el tobogán a medida que el disco se va terminando, alguien me mece entre las corcheas, voy y vuelvo como en una hamaca.

Tengo paz, los 4 me dan paz. Hay más ahí, al fondo del sonido, atrás de todo de la canción. Como si delante estuvieran las voces, en otro nivel está cada instrumento; si fuera a numerarlos diría que en el nivel 5 están las voces, en el 4 el bajo, en el 3 las guitarras, en el 2 la batería y ahí, en el uno, al fondo de todo, en lo carente de luz, el vacío, ésa profundidad de la música como contenedor de muchos silencios juntos, que hacen a la pieza.

Ahí atrás, no hay nada. Acá adelante, tengo todo, y me voy metiendo, hasta el fondo. Hasta el silencio, hasta el universo, hasta el todo, hasta la nada.

She Came in Through the Bathroom Window, y yo me elevo de nuevo, vuelvo de allá, de lo profundo. Y separo cada sonido, cada vocal, cada instrumento. Lo aíslo de los otros y disfruto parte por parte, sector por sector.  Y veo a la oriental entrando por la ventana en Across the Universe.
Disfruto en una pasada, el mismo tema 5 veces. O más. Tengo como 20 oídos.

Pero sólo me pasa con los Beatles, y sobretodo con este disco.

Y me cuelgo.

Me cuelgo.

Me recontra cuelgo.

Y estoy sola en casa y bailo como en un ballet celestial.

Y me agarra hambre. Y ataco las obleas de limón con el dulce de frutilla.
Casero.
Que empecé a hacer el otro día, para mí.
Y del que ya vendí dos frascos.
Cualquiera.

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