28 de febrero de 2014

Por qué dejamos que nos lastimen?

En algún momento hicimos el acuerdo.
Consciente o inconscientemente.

Dejamos que el otro tome las riendas de aquello que nos molesta.
A veces, es algo inevitable.
A veces, puede evitarse a medias.
Otras, del todo.

Pero tenemos que saber con quién hacemos el acuerdo, y no sólo esperar que el otro nos tenga en cuenta y piense como o por nosotros.
Si es alguien que nos quiere y le importa el bienestar de la relación en común -cualquiera sea el tipo de relación que exista-, el acuerdo implícito será de respeto.

Primero tenemos que aprender a poner el freno, saber cuándo parar eso que nos está destruyendo alguna emoción por dentro.
Eso que nos callamos para evitar confrontaciones o, incluso, la realidad.
Tenemos que sacar lo que nos pasa. Aunque creamos que es para mal, si nos paramos en la luz, nada que provenga de ella nos generará un malestar perdurable. Todo pasa. Y todo lo que viene en el camino, para adelante, siempre es para mejor.

Hay personas a las que no les interesa lastimarnos. Hay quienes prefieren hacer siempre lo que quieren y se olvidan de respetar al otro. Y eso ocurre quizás demasiado.

Muchos saben lo que nos duele, y pretenden enfadarnos.
Sin embargo, cuando respondemos en silencio, les extraña nuestro comportamiento, que solía ser explosivo y devenía en errático.
Y en este caso, creo yo, el silencio es nuestro mejor aliado.

Si el otro malinterpreta el mensaje, va a repetir aquello que nos lastimó.
Si lo entiende, sabe que éste silencio sólo está acumulando dolor que estamos intentando sanar por las buenas. Y que si no sana, en algún momento y por algún lado, estalla.

Ahí es cuando el silencio nos carcome por dentro. Ahí es el momento exacto en el que tenemos que parar la bola de nieve.

Porque de todos modos el otro no es adivino, pero tampoco es tonto.
Una cosa es que dejemos pasar algo algunas veces.
Otra, es que se convierta en algo constante y no logremos soportarlo, y sigamos en silencio por miedo.

Miedo a qué? Si algo debe ser, será. Y sino, simplemente desaparecerá de nuestras vidas.

Personalmente, me impongo la prueba del futuro: soportaría todo esto el resto de mi vida?

Si la respuesta es no, entonces hay que tomar al toro por las astas y renovar el contrato.

Cuando las cosas son una cadena de sucesos insoportables, cuando el otro ya ignora nuestro malestar, cuando sigue haciendo lo que le apetece sólo porque no pueda dar algo o dejar de hacer algo, por mínimo que sea, por el otro, entonces vamos por mal camino.

El ser humano, en gran porcentaje, ya no piensa en el del al lado.

El egoísmo, que sólo genera gente caprichosa e inmadura que siempre quiere salirse con la suya; la soberbia de creerse mejor o más importante que hace que los demás se te alejen; la mala predisposición a ponerse en el lugar del otro, que nunca induce a la comprensión de la vida o sentimientos ajenos, van poco a poco calando en los huesos de una sociedad cada vez más revolucionada por poderes como el dinero, la tecnología, y los medios -abarrotados de mensajes sexistas, que cada vez hunden más la autoestima femenina-,  y que está siendo, de a golpes, menos marcada por el afecto y el respeto al otro.

Quizás ya esté cansada de luchar contra la corriente y un medio como éste sea el lugar donde me saco la campera llena de mierda para sentirme un poco mejor.

Pero aún así, la sociedad me decepciona día a día y ya no encuentro esperanzas de que alguna vez, nos propongamos hacer de este mundo, uno sin personas que tienen la necesidad de pasar por encima a otro, de la manera que sea, para sentirse felíz.

De que algún día, hagamos de esta Tierra el paraíso que nos prometieron y que supimos destruir.

17 de febrero de 2014

Deseos para los años venideros.

Deseo de todo corazón, que algún día nosotros dominemos a la tecnología, y deje de ser al revés.

Que vuelvan las cartas por correspondencia, y el mail sea sólo una herramienta más.

Que nos llamemos por teléfono, nos escuchemos las voces, y dejemos de conformarnos con un mensajito.

Que salir a cenar con tus hijos, sea salir a cenar con tus hijos, y no un momento aburrido donde ellos tengan que llevar la tablet porque no saben disfrutar una salida en familia.

Que los valores se revaloricen.

Que si a tu hijo se le ocurre hacer algo malo o lastimar a alguien para cumplir un deseo, no lo incites a seguir su capricho, sino que le enseñes lo que, no sólo moralmente, sino Universalmente, está haciendo mal, y darle las herramientas para que lo corrija, no corregírselas. Son la semilla del mañana, que comprendamos eso también sería ideal.

Que la computadora sea una herramienta eficaz, laboral, o auxiliar con los que tenemos lejos, y no el centro de la vida social.

Que las redes sociales colapsen, y tengamos que volver a vernos las caras.

Que tengamos el coraje de decir NO, si no queremos ver a alguien o contestar un mensaje desubicado-por cualquier medio-, sólo porque el otro sabe que ya lo leímos.

Que los chicos usen la imaginación, que sean creativos, que no se aburran cuando no hay internet.

Que internet, en fin, no sea el recurso primero para divertirse o aprender.

Que los dejemos ensuciarse, enchastrarse, a sabiendas de que eso es lo que los ayudará a tener soluciones creativas e inteligentes el día de mañana, y no andar pulcros por la vida, que sólo los presionará en términos excesivamente ridiculos y bajo pretensiones de comodidad adulta.

Que desde chicos se nos deje de inculcar el culto a las modas, al dinero, las ambiciones con fines egoístas, la traición. Que todo eso no nos haga burlarnos del que tiene unos kilos de más, o unos billetes de menos.

Que se nos inculque el amor al poder de todo aquello que realmente importa: Amor, por sobretodas las cosas. Respeto, fraternidad, justicia, comprensión, familia, amistad, lealtad. Solidaridad.

Que sepamos que atraemos todo lo que damos. Que seamos conscientes de que estamos armando nuestra vida y nadie más tiene la culpa de lo que nos pasa.

Que ser mala persona, egoísta, dañino y pararnos del "lado oscuro de la fuerza", nos devolverá exactamente eso mismo, y que por un fin egoísta o caprichoso, las cosas no van a salir como queremos.

Que respetemos el libre albedrío de todo y todos.

Que tengamos reuniones mirándonos a los ojos.

Que, finalmente, el que está del otro lado del celular, deje de ser más importante que el que tenemos al lado.

3 de febrero de 2014

El amor en los tiempos del cólera, mi hermano.

El amor hoy no es lo que era cuando yo ni siquiera era. No sé si me explico.
Y no hablo del amor universal, que está en expansión, sino del amor entre dos personas que se complementan y sueñan con compartir sus vidas "para siempre".

A ver, estamos en una época donde el amor no se concibe como el compromiso de fidelidad, lealtad y honestidad monógama; estamos en una época llena de celulares donde no nos miramos ni a los ojos cuando comemos, donde el sentimiento real pierde profundidad, donde no le dan cabida a los requerimientos del alma y del corazón.

El amor es, se siente, pero no se demuestra, ni se deja ser en su esplendor; no se compromete, no se respeta, ni se cuida como lo que realmente es: un cúmulo inexplicable de sensaciones, emociones, sentimientos, fervor, pasión, admiración, mariposas y falta de aire.
No hay esfuerzos en cuanto al amor respecta. Se rompe, se tira. Ya no se arregla.

El amor no se compromete.
Hay temores que inundan a la sociedad, y el compromiso es uno de ellos.
Las personas temen perder su libertad ante la promesa de amar a alguien con un "para siempre", que en realidad va disfrazado de eternidad pero implica el ahora, el presente, el "para siempre" continuo; se aterran ante la idea de vivir el resto de su vida con la misma persona y de tener que rechazar cualquier tentación pasajera; les genera pánico casarse, comprometerse con algo que se puede romper.
Y claro que se puede romper!
Pero uno acepta el compromiso latente de ser fiel y cuidar al ser amado ante cualquier adversidad, y no se dá cuenta que, sin casarse, esos compromisos o promesas ineludibles en el amor, también se pueden romper, y no porque uno se haga el malo.
El amor a veces se va, y es inevitable que, comprometidos, casados o no, las relaciones se rompan.

La falta de compromiso alude al temor de la ausencia de libertad, cuando en realidad, debería ser todo lo contrario. Si el temor es a la ausencia de libertinaje, el tema empeora.

Si estoy con alguien, me comprometo porque lo amo, porque en mi presente -en este momento- deseo el "para siempre" aunque sólo sean palabras, es sentir y expresar el deseo de que ese momento felíz dure toda la eternidad. Aunque seamos conscientes de que todo muta, cambia, y la promesa puede romperse, mantenerse, renovarse e incluso ser aumentada con el tiempo.

No hay romanticismo, ha dejado de existir ese dejo de machismo en el amor donde nosotras somos las débiles y necesitamos ser protegidas por nuestro príncipe.
Ok, acá no me quejo porque no necesitamos que nadie nos proteja ni nos salve de nada, con bastantes fuerzas y ovarios hemos venido al mundo, y con la conciencia de poder que estamos adquiriendo las mujeres hoy día, que alguien se haga el protector puede costarle los testículos.
En fin, falta el abrazo cuando hace frío, la cena con velas, el acostarse a mirar las estrellas, la flor robada de un jardín, los detalles como abrir las puertas y dejarnos pasar, etc. (sigo aclarando que aludo a detalles machistas, pero el romanticismo no tiene porqué ser siempre "caballerosidad", nosotras también podemos ser románticas y dulces sin que eso signifique debilidad).

La falta de compromiso, me suena a falta de ganas.
Faltan ganas de amar sin límites, ganas de perder los miedos, ganas de sacarse la armadura y dejarse amar como Dios manda.
Ganas de aceptar que uno sigue siendo individual aunque se funda con alguien a quien ama.
Faltan ganas de darse por completo sin temor a ser lastimado, falta confianza en uno y en el otro, falta madurez, faltan ganas de proyectar con esa persona, de ser compañeros de ruta, de idear un futuro y demostrarle al mundo cuánto amamos a la persona que tenemos al lado y que elegimos cada día, sin vergüenza, sin limitaciones de ningún tipo.
FALTAN GANAS DE AMAR CON CORAJE.


"Elige a alguien que haga tu vida más grande, y no más pequeña." C. Pínkola.