3 de febrero de 2014

El amor en los tiempos del cólera, mi hermano.

El amor hoy no es lo que era cuando yo ni siquiera era. No sé si me explico.
Y no hablo del amor universal, que está en expansión, sino del amor entre dos personas que se complementan y sueñan con compartir sus vidas "para siempre".

A ver, estamos en una época donde el amor no se concibe como el compromiso de fidelidad, lealtad y honestidad monógama; estamos en una época llena de celulares donde no nos miramos ni a los ojos cuando comemos, donde el sentimiento real pierde profundidad, donde no le dan cabida a los requerimientos del alma y del corazón.

El amor es, se siente, pero no se demuestra, ni se deja ser en su esplendor; no se compromete, no se respeta, ni se cuida como lo que realmente es: un cúmulo inexplicable de sensaciones, emociones, sentimientos, fervor, pasión, admiración, mariposas y falta de aire.
No hay esfuerzos en cuanto al amor respecta. Se rompe, se tira. Ya no se arregla.

El amor no se compromete.
Hay temores que inundan a la sociedad, y el compromiso es uno de ellos.
Las personas temen perder su libertad ante la promesa de amar a alguien con un "para siempre", que en realidad va disfrazado de eternidad pero implica el ahora, el presente, el "para siempre" continuo; se aterran ante la idea de vivir el resto de su vida con la misma persona y de tener que rechazar cualquier tentación pasajera; les genera pánico casarse, comprometerse con algo que se puede romper.
Y claro que se puede romper!
Pero uno acepta el compromiso latente de ser fiel y cuidar al ser amado ante cualquier adversidad, y no se dá cuenta que, sin casarse, esos compromisos o promesas ineludibles en el amor, también se pueden romper, y no porque uno se haga el malo.
El amor a veces se va, y es inevitable que, comprometidos, casados o no, las relaciones se rompan.

La falta de compromiso alude al temor de la ausencia de libertad, cuando en realidad, debería ser todo lo contrario. Si el temor es a la ausencia de libertinaje, el tema empeora.

Si estoy con alguien, me comprometo porque lo amo, porque en mi presente -en este momento- deseo el "para siempre" aunque sólo sean palabras, es sentir y expresar el deseo de que ese momento felíz dure toda la eternidad. Aunque seamos conscientes de que todo muta, cambia, y la promesa puede romperse, mantenerse, renovarse e incluso ser aumentada con el tiempo.

No hay romanticismo, ha dejado de existir ese dejo de machismo en el amor donde nosotras somos las débiles y necesitamos ser protegidas por nuestro príncipe.
Ok, acá no me quejo porque no necesitamos que nadie nos proteja ni nos salve de nada, con bastantes fuerzas y ovarios hemos venido al mundo, y con la conciencia de poder que estamos adquiriendo las mujeres hoy día, que alguien se haga el protector puede costarle los testículos.
En fin, falta el abrazo cuando hace frío, la cena con velas, el acostarse a mirar las estrellas, la flor robada de un jardín, los detalles como abrir las puertas y dejarnos pasar, etc. (sigo aclarando que aludo a detalles machistas, pero el romanticismo no tiene porqué ser siempre "caballerosidad", nosotras también podemos ser románticas y dulces sin que eso signifique debilidad).

La falta de compromiso, me suena a falta de ganas.
Faltan ganas de amar sin límites, ganas de perder los miedos, ganas de sacarse la armadura y dejarse amar como Dios manda.
Ganas de aceptar que uno sigue siendo individual aunque se funda con alguien a quien ama.
Faltan ganas de darse por completo sin temor a ser lastimado, falta confianza en uno y en el otro, falta madurez, faltan ganas de proyectar con esa persona, de ser compañeros de ruta, de idear un futuro y demostrarle al mundo cuánto amamos a la persona que tenemos al lado y que elegimos cada día, sin vergüenza, sin limitaciones de ningún tipo.
FALTAN GANAS DE AMAR CON CORAJE.


"Elige a alguien que haga tu vida más grande, y no más pequeña." C. Pínkola.

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