6 de agosto de 2014

Qué difícil no ser lo que el mundo espera de vos.

A la sociedad en general, le cuesta mucho aceptar o adaptarse a las personas que no deseamos lo que está establecido.

Necesito ser transparente siempre, con todo el mundo.
No puedo fingir ningún estado ni ninguna emoción.
No puedo pretender ser algo que no soy, ni dejarme llevar por cosas que no me convencen.
No es mi naturaleza.

Cada vez que alguien hace hincapié en mi edad y en el porqué no estoy casada ni tengo hijos, la mujer independiente que llevo dentro, no sabe si estallar de ira o explicar el paso a paso de mi vida, para que por favor dejen de preguntar cosas que, a la larga, me terminarían hiriendo.

Tomo mis decisiones en base a mis ambiciones. Tengo ambiciones, basadas en lo que quiero ser en mi vida. Lo que quiero ser en mi vida, nace de mis más profundos deseos.
Entonces, podría decirse, que todo lo que decido, responde fielmente a lo que desea mi alma.

Y mi alma, en su necesidad más básica, su instinto, me lleva a ser libre, y cambiante.
Pero la libertad y los cambios están tan mal vistos y acarrean tanto tabúes, que se tergiversan todos sus sentidos.

Yo necesito tener una profesión y un trabajo, donde no me sienta acorralada.
Necesito tener ideas que puedan modificarse y que no me limiten.
Necesito tener amistades que no me saturen, y que acepten que me muevo constantemente. Eso no quiere decir que no esté cuando me necesiten, se entiende.
Necesito una persona que sepa amarme con todo el equipaje que traigo encima, y que no pretenda adueñarse de mí, bajo ningún concepto. Mucho menos pretender cambiarme.

Mi interés principal en la vida, desde que salí de la secundaria, era la independencia laboral. Y llegué, sí, lo logré.
Sin embargo, hoy en día, la estoy- prácticamente- tirando por la borda. Porque si tengo que empezar desde cero en otro lugar, no voy a ir en exquisita. Aunque un poco sí, porque lo valgo y lo sé, ego mediante.
Entonces freno y me pregunto "¿Qué estoy haciendo?" Pero nunca tengo miedo de responderme.
Porque sé muy bien que he llegado a mi zona cómoda.
Y cuando arribo ahí, a ése lugar donde me siento cuidada, segura y estable...algo me pide salir.

Nunca estuve en un lugar que me hiciera sentir como en casa, con todos sus aspectos.
Sí, siempre que viajo me quiero quedar y me siento cómoda en cualquier lugar del mundo.
Pero Montevideo no es así. Es, inclusive, más de lo que esperaba encontrar.

Entonces, así, de un día para el otro, anduve oliendo la ciudad, abrazando personas que hacía horas me eran desconocidas, tratando de ver si encajaba con mi idea de "mi lugar en el mundo", y, aunque eso no lo sabré hasta más adelante, algo me dice que lo intente de todos modos.

Y así voy. Es la primera vez que tengo un sueño tan grande, que deja de ser un sueño. Porque estoy tomando acción al respecto.
Esta vez lo veo tan tangible, tan real, que me asusta lo felíz que puedo llegar a ser.

Ahí vuelven la libertad y los cambios.

Lo hago porque necesito sentirme libre de todos los preconceptos en los que dejé que ésta ciudad me fuera hundiendo. Necesito saber que puedo irme lejos y volver, y saber que mi casa está conmigo adonde vaya, y no en un lugar físico.

Necesito cambiar de aire, de ambientes, de personas.
Tengo en claro a cuántos (y cuánto) los voy a extrañar. Pero siempre estaré volviendo a por un abrazo. Porque ésto no quiere decir que los quiera menos.

Respecto a los que preguntan, no formé una familia porque no lo sentí necesario aún. Siempre me importaron más mi profesión, mi independencia y las "grandes aventuras", mucho más que formar un hogar.
Quizás por eso, mis elecciones amorosas siempre reflejaron esa libertad.
Me he quejado de que no se comprometían conmigo, cuando en realidad yo estaba comprometida sólo conmigo misma. Y aunque dí todo de mí, algo estaba fallando.

Soy consciente que tengo que cambiar el patrón de hombres que atraigo, siendo yo primero, la mujer que quiero ser. Y eso empieza saliendo de una ciudad que no me permite crecer, que me limita y que está carente de posibilidades.
Siento que puedo dar mucho más, de lo que éste lugar me permite.

Pienso, también, que de haber tenido una familia, hubiera sacrificado mi libertad e independencia económica. Sí, todo lleva sacrificios en la vida, pero ahora sacrifico esas cosas, en pro de unas más amplias y mejores. Y, si tiene que venir el futuro a pegarme un sopapo con el amor y todo eso, ya vendrá. Porque no me interesa buscarlo: siempre aparece sólo y cuando menos me lo espero.

Luego sé, que no me estoy yendo de vacaciones. Que la estabilidad y la zona cómoda van a volver a aparecer, y no me va a quedar otra que adaptarme.

Estoy, también, organizando todo de manera muy ordenada, como nunca. Hasta me sorprendo de la capacidad de responsabilidad que estoy teniendo con este tema.
Pero eso, a veces, también me juega en contra, porque pretendo tener todo bajo control.

Hace poco alguien me dijo que no puedo controlarlo todo. Y tiene razón, porque las cosas más lindas de la vida, son esas que no te permiten que las controles. Esas que no pensaste, que te sacan de todo lo que esperabas, que te resultan extrañas...esas de las que te sorprendés estar viviendo. De las que sacás los mayores aprendizajes.

En fin, me voy, sí. Está decidido.
Necesito este GRAN cambio. Necesito demostrarme que puedo sola. Con eso, y con todo lo que acarrea.

Entonces, disculpen si no soy lo que esperaban que fuera. Pasa que estoy ocupada siendo la persona que realmente me gusta ser.

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