30 de septiembre de 2014

No sé adónde es que vuelvo.

"Volví" de Uruguay ayer, o vine a Campana, no sé cómo explicar adónde vengo y adónde es que vuelvo. Todavía no sé adónde voy, adónde me quedo, adónde estoy de visita.
No creo tener una sola casa ahora, por decirlo de alguna manera.

Sé que volví a Argentina, y Capital me recibió brillante, luminosa y viva como de costumbre. Latiendo a mil por hora. Y eso me llenó el alma, no lo voy a negar.
Me despabiló el abombe con el que me había dejado estos últimos días Montevideo.

Estar en Campana, es estar cómoda, a gusto. Pero sé que mucho más no puede durar. Que no lo soporto. Que me termino sintiendo limitada nuevamente, sin espacio, sin lugar para todo lo que sé que puedo dar.
Sé que no quiero mi futuro acá, y que lo empiezo a construir en el presente, siempre.

Campana es mi zona cómoda. Y no puedo crecer así. No avanzo, no rompo esquemas, no salgo de mí. Y ya sé que sin destruir algo, renacer y empezar de cero, no puedo vivir.

He vuelto a mis rutinas, a las que me gustan y a las que no.

Sonrío cuando me despierto, porque al costado de la cama sé que puedo hacer mis posturas matutinas de yoga, y empezar el día centrada.
Porque puedo desayunar los licuados que me gustan.
Porque tengo la compu, para transcribir el medio cuaderno que escribí en estos días. 
Porque puedo estar en silencio, sin estar rodeada de nadie más. 
Porque puedo centrarme en mí, en lo que deseo, en lo que necesito, en organizar un plan. 
Puedo decidir tranquila, qué es lo que voy a hacer. 

Porque vuelvo a ver a mis amigos, que son el combustible que me empuja, aunque no quieran que me vaya. Son mi norte, mi brújula. Y son, sin duda, lo que más voy a extrañar.

Pero también vuelvo a las mismas caras, a la misma gente que no quiero en mi vida, al mismo tedio de la ciudad chica y agobiante.
Vuelvo a las pocas oportunidades, a una ciudad estancada, que no te permite volar, ni abrir las alas, ni mostrarte como sos. Que critica sin saber, que habla por atrás, que te señala con el dedo.

Aunque me haya dado cuenta que en cualquier país que pise, la gente también tiene esas malas costumbres. Hablar sin conocerte, efectuar juicios de valor como si tuvieran algún derecho sobre tu persona, criticarte alguna actitud; pero cuando te mostrás dispuesta a solucionar el problema, eligen hacer oídos sordos, ignorarte y pretender que con eso, ya tienen la verdad ganada. Necios y mentes cerradas, voy a encontrar adonde sea que vaya.

No, no va a ser fácil. 

Ningún país está exento de personas que van a caerte mal, o a las que vos les vas a caer mal. Intentar justificarte o entenderlos, siempre será en vano. La gente cómoda y cobarde, siempre va a elegir pensar lo que quiere pensar, lo que le resulte mejor.

No, no va a ser fácil.

La soledad con la que caminé por Montevideo, va a seguir siendo tal, aunque esté rodeada de amigos.
La soledad ésa, no es la que me gusta, pero es la que estoy dispuesta a afrontar. Es la que me va a hacer crecer.
La soledad que te hace un huequito en el pecho, cuando te das cuenta que, aunque tengas con quien contar, o a quien abrazar, en realidad, estás completamente sola. Desnuda, ante una ciudad que aparenta poder comerte viva, pero que en realidad no te hace nada, porque es puro bla bla.

No, no va a ser fácil estar tan sola. 
Pero por lo menos, la ciudad no me intimida. Siento que es todo lo contrario.
Que tengo muchas ideas, mucha energía para volcar, en un lugar que está estático, como atrasado en el tiempo, que camina lento. Y eso me gusta, tanto como me altera. 

Montevideo habla. Es callada, en realidad, pero te habla con los edificios, con las personas, con las actitudes, con el río.

Montevideo te dice que puede ser tu nueva casa, se abre para vos, pero te dice que te atengas a las consecuencias de una vida demasiado en calma. Te avisa que vas a extrañar el ruido de Capital. Que tenés miles de ventajas económicas, sociales y culturales, pero que sigue siendo un pueblo chico.
Te avisa que tenés que ser fuerte. Que no todo es color de rosa, porque Montevideo no es gris, pero tampoco está llena de colores. No vibra como Buenos Aires. Respira tranquila, respira en calma.

Quizás no te dé el impulso, porque no es así. Eso lo tenés que aportar vos, te lo tenés que llevar en el bolso.

No, no creo que vaya a ser un cambio fácil, personalmente hablando.

Voy a un lugar nuevo, donde todos tienen sus vidas armadas, su trabajo, sus familias, sus amigos, sus costumbres, sus rutinas. Y yo soy una tábula rasa.

Llego con todas estas ansias de libertad, de cambio, de expansión. Llego con toda mi novedad, con mis ganas, con mis arrebatos, con todo mi equipaje. Con todo lo que sé que a la ciudad le puedo regalar, dar de mí.
Pero tengo que hacerme cargo, reitero, de que me voy sola. Solísima.
De que voy a dejar que la ciudad, la sociedad, me escriban desde cero. Pero esta vez es todo a conciencia: puedo elegir lo que quiero y los que quiero que me escriban, que me armen, que me moldeen. 
Es una nueva infancia, en la que soy consciente de elegir mis patrones, mis marcas, mis actitudes.

Pero aunque puedo imaginar que hay cosas que no me van a resultar fáciles, tengo la suficiente convicción de saber dónde no me puedo quedar quieta, lo que no quiero de la vida y lo que quiero dejar atrás. Sé lo que quiero de mi futuro, y estoy tratando de averiguar cómo alcanzarlo.

Porque tengo esperanza, y siempre supe que lo mejor está allá, adelante, siempre por llegar. 
Sólo tenemos que hacer algo al respecto, y movernos para conseguirlo, porque las cosas no vienen solas.

Ahora volví a mi calma habitual, y trato de no tomar decisiones apresuradas, ni forzar las cosas. Porque también sé que todo tiene su tiempo, estoy en medio de un gran proceso y, sí, todo se va acomodando, una vez que decidís tomar acción.

De momento, lo único que resuena en mi cabeza, y me ayuda a saber qué hacer es: 

¿Qué tanto querés, lo que querés?

2 comentarios:

SigosinCara dijo...

Es increíble, como te leo cada día y descubro las mismas palabras que me dije a mi misma (aunque escribís mas lindo vos) y que me sigo diciendo todos los días.
Ahora estoy segura que voy a volver a Montevideo. No sé cuándo. Pero importa?
Mientras, voy a disfrutarlo a través tuyo. (NotengoCara)

Ale Modarelli dijo...

Ay, qué lindo eso! Bueno, andá organizándote así nos juntamos allá y no me siento tan sola D: Jaja! Abrazos!!