9 de octubre de 2014

En cabezas cerradas, no entran opiniones ajenas.

En Facebook corre una imagen donde la tratan de pelotuda a Nancy Dupláa, por decir que "las cárceles no sirven, hay que comprender a los delincuentes", y eso me demuestra que el anti K se hace el revolucionario, y es todo lo contrario.

Parte de ser revolucionario, implica tener la cabeza lo suficientemente abierta como para escuchar todas las voces, todas las posturas, todas las opiniones. Poniéndose en el lugar del otro, intentando comprenderlo.

La postura de víctima siempre es la más cómoda y fácil de tomar, y un pensamiento humanitario como el de la actriz, en una sociedad tan embroncada como lo está la argentina actualmente, era claro que iba a ser tomado como el orto. Y tergiversado, como todo lo que hacen la mayoría de los medios, desde antaño.

Porque no pensamos para responder de la mejor manera, no pensamos en el otro: reaccionamos desde lo que nos toca a nosotros, directa o indirectamente.

No soy K, ni pertenezco a ningún partido político, porque no siento la necesidad de identificarme con nadie, tengo mis propias ideas. Pero sí hay cosas que me gustan, y cosas que obviamente no.

Superpoblar las cárceles, por ejemplo, está muy lejos de ser la solución a la inseguridad.
No tengo la capacidad de saber porqué cada delincuente roba o mata, pero todos nos hacemos una idea, en general.

Lo hacen por motivos innumerables: hambre, comodidad, desesperación, angustia, "viveza", etc. 
Pero sobretodo, lo hacen por ignorancia.

Y no, no lo trato de ignorante para sentirme superior, lo digo desde el lugar en el que entiendo que la base de una buena sociedad, de un país seguro, es la educación.

No podemos convencer a todos de que leer un libro es más placentero que ver Tinelli, que trabajar es mejor que robar, que las drogas no son la solución a los problemas o que yendo a la escuela, van a tener un futuro mejor.
Pero podemos predicar con el ejemplo.

Desde mi lugar, no puedo más que comunicar mi postura y tratar de entender la historia argentina, como un cúmulo de errores y aciertos, pero de los que, políticamente sobretodo, somos responsables.

Desde que tenemos el derecho a voto, haya fraudes o no, somos responsables de mucho de lo que pasa en el país.

Llenar las cárceles, es como hacer escuelas para la delincuencia. Siempre fue así, y no es mentira que muchos salen peor de lo que entran.

Esto me recuerda a la propuesta de la baja de edad de imputabilidad en Uruguay, donde aunque el tema sea un poco diferente, es más de lo mismo: plantear el encierro carcelario como la solución, cuando en realidad el tema sólo empeoraría.

Ponerse en el lugar de víctima, tanto para el delincuente como para el que le mataron un familiar o le robaron a plena luz del día, no me resulta justo para ninguna de las partes, y me parece la postura más cómoda de todas.
Me resulta horrendo, sí, que matar sea algo tan común como salir a comprar cigarrillos, claro que es indignante.

Pero elijo no señalar a nadie ni hacer juicios, porque considero que todos tenemos nuestra historia personal, estamos en situaciones diferentes, y, en parte, más allá del voto, tengo mi responsabilidad.

Porque el compromiso nace desde casa.

Y se puede expandir con una actitud como ir a un barrio a preguntar qué necesitan las familias, hablar con un chico en situación de riesgo, visitar una cárcel para hablar con conocimiento de causa de las condiciones en las que están los presidiarios (que si bien es parte de su "karma", siguen siendo seres humanos), leer el proyecto del gobierno, dejar de permitir el manejo de nuestros pensamientos y opiniones desde los medios, culturizarse históricamente para entender porqué estamos así, aprendiendo qué derechos tenemos como ciudadanos, defendiendo nuestro trabajo y nuestra familia, pero entendiendo que hay millones de argentinos que no tienen esa posibilidad.

Porque no hay, porque se la quitaron, porque no tienen educación para acceder, porque ignoran sus derechos, porque ignoran todo lo que pueden reclamar, lo que les corresponde.

No, no defiendo al ladrón, ni al asesino. 
No defiendo al gobierno, simplemente porque soy anticonformista, y nunca ningún gobierno cumplirá mis expectativas idealistas, e irreales, lo sé.
Entiendo que somos un pueblo agotado, pero nos agotamos mucho más de vivir quejándonos.
Al argentino le encanta quejarse y señalar.

Si nos seguimos manejando con cabezas cerradas, deberíamos saber que no vamos a encontrar soluciones.

La justicia nunca es justa, para nadie, y menos en un país que no sale del círculo vicioso de la corrupción que se maneja empezando por arriba, desde siempre, y baja a cada ámbito social y laboral.

Me quedo con ganas de decir miles de cosas, pero sobretodo me quedo con las ganas de tener un país con menos víctimas y victimarios, y con más personas que tengan sentimientos humanitarios, y que sean capaces de hacer algo por el otro, o por lo menos de ponerse en sus zapatos.

Me quedo con las ganas de tener más compatriotas que dejen de echarle la culpa de todo al gobierno de turno, porque estamos acostumbrados a buscar culpables en todo, en lugar de hacer lo que esté a nuestro alcance para generar soluciones, para ayudar un poco al de al lado, o ponernos de pie y avanzar, en lugar de seguir llorando y victimizándonos en un rincón.

¿Qué hago yo por todo esto? No es importante, porque no me interesa hacer bandera de lo que hago por la gente, porque ni siquiera es por el país solamente. Lo hago por cualquier ser humano, en cualquier lugar adonde sea que vaya. Y es algo personal, que ni siquiera tengo que justificar ante nadie.

Política y educativamente, me encantaría proponer miles de cosas, pero aún no estoy capacitada. Cuando lo haga, lo sabrán, desde donde sea que lo haga. Y no tiene porqué ser algo enorme, porque los grandes cambios empiezan con un pequeño paso, con el grano de arena que ponemos cada día.

Entiendo y soy parte de los que estamos cansados de la inseguridad, de vivir con miedo.
Entiendo y soy parte de los que no nos sentimos del todo cómodos con este gobierno, pero hasta ahora nadie tiene una propuesta lógica y posible de las soluciones. No hay otras propuestas. Todos piensan en atacar el problema y no la raíz. Que, de todos modos, no sería algo simple y llevaría años, pero por algo se empieza.

Estamos así porque en algún momento lo permitimos.
Cuando el 1 a 1 nos permitió malgastar fondos y ahorros, cuando nos endeudamos individual y socialmente, cuando elegimos llenar el bolsillo nuestro con exageración, y no llenar equitativamente el de todos.
Cuando nos convenía hacernos los boludos, para obtener bienes materiales con facilidad, y el nivel de pobreza se estaba elevando significativamente, pero en silencio.

Estamos así, porque los recortes que se están haciendo de todo tipo, sobretodo económicos, nos están tocando el culo a dos manos.
Y claro que nos molesta, pero nos olvidamos de cómo nos dejamos manosear antes, cuando desde nuestro egoísmo, nos convenía. Sonreíamos para las cámaras, pero por atrás nos estaban cogiendo, a nosotros con los dulces en las manos, y a los que estaban perdiendo todo.
Pasa que ahora explota en todos lados, porque hay sectores que se volvieron inmanejables, y porque vemos cosas que antes no veíamos, pero que ya estaban, hace rato.

Estamos así, cansados de esperar respuestas urgentes, que lo único que harían serían solucionar el problema a corto plazo, aumentándolo el día de mañana, para nuestros hijos y nuestros nietos. Qué egoístas somos, no?
Estamos así, porque no hay una conjunción de ideales y proyectos entre el sistema penitenciario, la policía, la política, la educación, la atención social, la medicina, y la psicología.

No creo en la aberración de matar a los delincuentes, ni de encarcelarlos bajo las normas comunes, porque, insisto, estamos atacando el problema superficialmente, y no la raíz.
Deberían pensar en crear algún tipo de reeducación/rehabilitación, para reinsertarlos efectivamente y con confianza, en la sociedad. 

Sugiero, de nuevo, que una propuesta educativa fuerte, podría ser el comienzo de algo mejor. La industria nacional se ve reforzada, por ende nuevos puestos de trabajo pueden irse expandiendo.
Los planes sociales son una gran ayuda, pero, desde mi posición ignorante, les falta más control.
Si tenés todas las posibilidades para trabajar, entonces no podés solicitar un plan social por comodidad, ¿Se entiende?

Estamos así porque somos cómodos, sí, porque queremos todo ya y sin hacer ningún sacrificio. 
Porque nos importa nuestro propio culo.
Porque laburamos, estudiamos y ya nos creemos con más derechos para reclamar, que el resto.
Claro que tenemos derechos. Conozcámoslos y hagámoslos valer, como corresponde, moviendo el culo, todos.

Alguien, en algún momento, va a evitar que hagas algo al mejor estilo Relatos Salvajes, y te va a escuchar.
Pero si no lo intentás, nunca vas a saber.

Prefiero no resignarme a lo que me toca, prefiero reclamar cuando debo hacerlo, prefiero quejarme pero después de haber hecho algo al respecto, prefiero elegir mi propio destino y no dejar que me lo elijan los demás. Ni los políticos, ni la economía, ni mis compatriotas.
Lo elijo YO.
Lo podemos elegir NOSOTROS.

Pasa que es más fácil emitir el juicio desde el sillón, con el control remoto, y desahogándonos como yo ahora, opinando, que es lo que todos sabemos hacer muy bien.
Mea culpa.

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