2 de octubre de 2014

Generación Y.

Nuestra generación, conforme fue evolucionando y observando los errores cometidos por la generación X, la de nuestros padres, tomó inconscientemente las decisiones de vida, en pro de evitar los divorcios, las frustraciones y la pérdida o "quema" de etapas, por seguir lo que la sociedad decía que era correcto.

La generación X, se casó y tuvo hijos muy joven, trabajó para mantener a esa familia, en trabajos que no la complacían y que, mucho menos, la hacían felíz.
Soportó grandes dilemas culturales, se liberó un poco con la aparición del hippismo, pero se sintió frustrada al no alcanzar sus objetivos, por haber logrado todo aquello que era el "deber ser".

Problemáticas sociales, que parten desde el "Qué dirán", y no desde el "Yo deseo".

Nacimos entre el 76 y el 90, y fuimos viendo que las normas que la vida nos intentaba imponer, eran las mismas que desarmaban familias, que hacían sentir vacíos a nuestros viejos, que los hacían sentir que desperdiciaron sus vidas en trabajos insalubres, siendo explotados o callándose la boca, por mantener el status.

Nosotros nos dividimos en dos grandes corrientes: los que siguen todas las normas sociales, que se han casado y tienen hijos, y que su sueño más grande consiste en tener una casa y estabilizarse, para estar cómodos; y los que no nos conformamos con lo que tenemos adelante, los que estamos creídos que hay algo "más allá" -adonde sea que se refiera eso- y que la felicidad no es algo que aparece con los años ni un objetivo final, sino que es algo que se busca, se construye y vive diariamente, mientras vamos escuchando y siguiendo nuestros deseos.

La primer corriente es la que está más influenciada por la generación X: es la que precisa establecerse para sentirse cómodos,- porque la zona cómoda es invariable e incuestionable- pero que aún les cuesta escuchar lo que el corazón les dicta, ahí, en lo más profundo.
Son los que tienen la cabeza un poco más cerrada y anclada en los estereotipos sociales, y a quienes les cuesta rebelarse o cuestionar, les cuesta preguntar "¿Por qué esto debe ser así, y no puede ser de otra manera?"
Son los que aún, con tanto liberalismo, miran un poco raro a los homosexuales, o te señalan si abortás. Aún hay de esos, sí.

Y estoy generalizando, por favor no me crean a ciencia cierta, es sólo una observación y no todos cumplen con estas características.
No estoy criticando ni mucho menos, estoy desarrollando mi punto de vista solamente.

La segunda corriente, es la liberal.
Es la que aprendió a escuchar sus deseos, la que cuestiona todos los requisitos sociales para ser un individuo "normal y digno", no quiere cometer los errores cometidos por sus padres, y sale de casa o se independiza más tarde (cuestiones de comodidad aún no cuestionada, pero principalmente económicas: hubiera sido más fácil salir de casa para vivir con alguien, y no sólo).

No le tiene miedo a la soledad, prefiere experimentarla porque sabe que es la única manera de conocerse a sí mismo, y de poder darle a otro lo mejor, una vez que sabe lo que quiere.
De hecho, la elige. Elige estar sólo, antes que con alguien que no lo hace felíz. Y no tiene miedo en tomar ese tipo de decisiones, porque se valora y valora lo que le da al otro.

A veces peca de egoísta, y ése es el gran error.
Éste sector de la generación Y, suele saber lo que quiere, o está en búsqueda de ello, pero muchos no saben diferenciar deseos del alma de caprichos egoístas, entonces pueden lastimar a otros en su camino para conseguir su objetivo.
Y creo, personalmente, que si, para lograr algo, alguien más tiene que salir herido, entonces estás poniendo la mira en el objetivo incorrecto.

Suele trabajar de lo que ama, elige la carrera que le gusta y no la que le dijeron o inculcaron sus padres; es mayormente freelance o busca estabilizarse económicamente, sin tener que lidiar con jefes limitantes, o procesos oligarcas de selección de personal, para ver cuál es la mejor carne para llenar mi bolsillo.

Elige parejas conflictivas, incoscientemente, o que no llegarán nunca a tener las ansias por comerse la vida, como las que tiene tatuadas en el alma desde que nació.
Porque precisa vivir todas esas cosas, en el proceso de aprender a reconocerse con el otro, y reconocer también, qué es lo que realmente necesita.

Éstas personas, entre las que me identifico, saben que de cada relación que tuvieron, aprendieron algo. Sabe que vive lo que tiene que vivir, y que lo elige, en base a los conocimientos que adquirirá y le ayudarán a generarse un mejor mañana, ése que sueña.

Esta generación, siguiendo a la previa, logró que las familias disfuncionales fueran algo "normal". Sin discutir de lo que se trata la normalidad, hoy es mucho más común ver familias con "los tuyos, los míos y los nuestros", que antes.
Muchos divorcios por seguir las reglas de casarte y tener hijos temprano, con la persona que más o menos se adaptara al cargo que necesitabas. Ambas generaciones cometieron esos errores.

Son señalados.
Nadie arriba de los 30 años, soltero, se considera "buen partido", para formar una familia. Porque debe tener algo raro, debe ser un desastre como pareja, debe ser diferente.
Y sí, señores, somos diferentes.

Muchos no quieren formar una familia, cuestionando el supuesto egoísmo que es el hecho de dejar descendencia; otros tantos sí lo desean, pero tienen miedos.
Hay miedo a repetir historias conocidas, a tener que laburar de algo horrible o desgastante, sólo para llegar a casa y alimentar a los pichones; miedo a no haber elegido a la persona correcta, miedo a perderte "otras oportunidades", por elegir una sola.

Y ése es otro error de la generación Y: tomamos tan en cuenta nuestros deseos, nos manejamos tanto con las redes sociales y la amplitud de posibilidades que, además de querer todo y quererlo ya, no queremos perdernos de nada.

La masividad de las redes sociales y la cercanía que lográs, sin siquiera atravesar los 6 grados de separación, hacen que la oferta de placer a corto plazo, sea más extensa y tentadora.
Pero nos falta aprender tanto, que ésto no será algo que termine con nuestra generación: parece que va a ir empeorando.

Los que queremos formar una familia algún día, sabemos que nuestras relaciones anteriores fueron un cúmulo de malas decisiones, inseguridades y miedos. Pero que aprendimos y nos sirvieron para ser los que somos hoy.
Que elegimos estar solos, para no estar con cualquiera que no sepa valorarnos.
Que, justamente por valorarnos, sabemos lo que somos capaces de hacer, alcanzar, y dar. Y a veces, la vida "normal" o que la sociedad considera como correcta, no nos alcanza.
Necesitamos ir adonde podamos desarrollarnos del todo, desenvolvernos, ser quienes realmente somos.
Tenemos la conciencia expandida, la cabeza más abierta. Es bueno, y es jodido, también.

Porque andá a explicarle a tu tía abuela, que aunque quieras tu casita con tus hijos, no va a ser la misma casa siempre, ni en el mismo lugar.
Porque quizás naciste para ser nómade, o para darle un rato a cada parte del mundo, eso que sentís que le podés dar, y todo lo que puede darte el mundo a vos. Y cargarías a tu descendencia contigo.

Claro que hay miles de cosas que evaluar a futuro, pero bueno, se evaluarán cuando sea necesario.

Vos, mientras tanto, vas acomodando en tu cabeza, las ideas de lo que querés de la vida: de lo que te llenaría, a sabiendas que igual ya estás llena y completa, porque no necesitás que nadie te valide los planes, y mucho menos como persona.
Ya sabés que no querés a tu media naranja, sino que la relación más sana, sería con otra naranja completa, como te sentís vos.

Somos mal vistos, porque nos entendemos entre nosotros, solamente.
Somos señalados como los irresponsables, los que no se comprometen, los que no saben lo que quieren.
Los que no saben mantener una relación (y por eso están solos), los indecisos.

Y sí, qué quieren que les diga.

Fuimos tan irresponsables como pudimos, porque así adquirimos el sentido de responsabilidad, sino no lo hubiéramos necesitado ni entendido.

Somos los que no se comprometen con cualquier cosa, porque elegimos comprometernos primero con nosotros mismos, para luego comprometernos con aquello o alguien que vaya por el mismo camino y sepa darse por igual.

Somos los que no supimos lo que queríamos, hasta que callamos las voces del "qué dirán", y nos importó un huevo lo que los demás pretendieran de nosotros. Ahora sabemos lo que queremos, porque nos escuchamos antes, nos hacemos caso.

Somos los que no supimos mantener una relación para llevarla "adonde se tiene que llevar", porque decidimos que si algo no nos hace felices, se descarta. No, no como un papel ni como si fuera algo fácil, no.
Pero cuando ya nos habíamos escuchado, y lo que tenemos no nos genera felicidad, ni sabemos que es lo que necesitamos, preferimos cortar por lo sano a tiempo.
Porque sabemos que merecemos algo más, algo que vibre al mismo nivel que nosotros.

Somos los indecisos. Porque antes de mandarnos alguna cagada, la pensamos mil veces.
Porque no seguimos adelante con proyectos, trabajos, o relaciones que no nos hagan latir el pecho.

Porque buscamos eso: que la vida nos haga vibrar el alma, que nos haga resonar todo el cuerpo como un tambor.
Y muchos de nosotros, lo logramos viajando o liberando nuestros deseos al mundo. Siendo ciudadanos del mundo, y no de una sola ciudad.
Tenemos hambre de conocimiento, preferimos gastar en experiencias y no en cosas.

Ya no buscamos "encontrar" ni salimos en la búsqueda de nada que sea para cumplir con los deseos de los demás.

Nos buscamos a nosotros mismos.

Y sabemos que cuando nos encontramos, lo demás viene solo, por pura ley de atracción.

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