7 de octubre de 2014

Me ví en fotos.

No sé bien qué pasó en Facebook, que me ví etiquetada en fotos de mi soltería anterior, allá a principios del 2012, en mi cumpleaños.

Estaba linda, -humildad aparte- me resulté extraña, pero se ve que estaba bien.

Después pasé por una relación que fue tan intensa como complicada, y que me dejó la mejor enseñanza que podía sacar de estar con alguien: saber qué quiero, y qué necesito.
Al no haberlo tenido, fué más fácil determinarlo.

Desde que empecé a estar en relaciones, difícilmente fui escapando de la compañía.
Tuve muy poco tiempo a solas, realmente, y el que tuve me sirvió, en diferentes casos, para recomponerme el corazón, para liberarlo y/o para sanar del todo, pero nunca me dí tiempo para mí, para escucharme de verdad.

Seguí pasando las fotos, y encontré unas de mi viaje anterior a Uruguay, a fines de Julio. Y me llevé una grata sorpresa, al verme distinta.

Si en aquellas fotos estaba "linda", liberada, como divertida, en éstas me ví un poco más firme, no sé si madura, pero más decidida. Segura.
Ví que en mi ojos, y en mi sonrisa, ésta vez, se nota que sé lo que preciso en mi vida, y que no voy a dejar entrar a cualquiera en ella.

Ésta vez, me ví como una mujer, y no como una nena.
Ví cómo se me marca el pocito en la mejilla izquierda cuando sonrío, y es señal de que estoy felíz.
De que, ésta vez, estar sola es diferente, es profundo.
Tal vez sea parte del cambio que estoy provocando.
Tiene que serlo.

Lo bueno es que una vez que crecimos, es imposible retroceder.

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