12 de diciembre de 2014

Me muevo.

Me muevo con la energía.

Me muevo con los planetas, con la Luna, con cada astro que me enseñe a bailar a su ritmo.
Me muevo con el agua, con las nubes, con el cielo.
Me muevo adaptándome y manifestando lo que necesite materializar.
Me muevo hacia donde la vida me diga que debo ir.

Aprovecho cada nuevo aspecto entre las estrellas, a mi  favor. Tomo esa energía, la atraigo, la moldeo, la ajusto a mis necesidades, la integro.

No dejo pasar un día sin trabajar en mí, sin darme un espacio de recreo, sin saber que cada cosa maravillosa que me va pasando, la atraje con intención, sabiendo que me la merezco.

Tampoco pasa un día, sin que me pase algo "milagroso", o de "otro mundo".
Es simplemente, porque estoy fluyendo con el Universo.

Aprendí a fluir cuando las cosas así lo requieren.
Estoy aprendiendo a soltar mis ansias de control con todo lo que sucede en mi vida.
Sé que soy artífice de mi destino, pero también sé que no puedo controlar todo, pretendiendo que las cosas se ajusten a mi ego, porque aprendí también, a escuchar a mi Alma.

Aprendí a correr con el viento, y a hacerle frente cuando su oposición me quiere hacer reconocer el deseo verdadero, del capricho.

Aprendí a nadar de pequeña, porque en el agua es donde más cómoda me siento, y como soy agua, aprendí a fluir con ella también.

Aprendí que todo lo que tuve que aprender, y que todo lo que aún me falta, es parte de mi propósito, de mi misión.

Aprendí que escuchando a los planetas, me escucho a mí misma también.
Aprendí que éste fin de semana es especial para agradecer a todo y todos los que me estén ayudando en este viaje, físicamente o no, porque creo más en lo que está "allá", que en lo de "acá".

Aprendí que soy alquimista, que soy maga, que soy bruja.
No me interesa lo que piensen al respecto.
Porque las personas que vibren como yo, son las que van a estar conmigo en el camino siempre, y las únicas que valen la pena.

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