Escribimos como necesidad.
Porque, básicamente, necesitamos desahogarnos.
Escribimos para informar, para soltar, para llorar hacia
fuera y no hacia adentro, para vomitar, para limpiar las entrañas, para
verbalizar emociones, entender sentimientos, acomodar ideas.
Escribimos porque estamos incendiados por dentro, en
ebullición, en constante cambio, en crecimiento. Si dejamos de escribir,
dejaremos de crecer.
Desarrollamos nuestra capacidad en una mesa, en un cuaderno,
en un diario, en un boleto.
También escribimos por la nada misma. Por todo.
Escribimos como urgencia.
Porque simplemente, es lo que mejor sabemos hacer.
Escribimos para entendernos, romper barreras, desafiar los
límites, para liberar la imaginación, para hacer reír a alguien, o para
hacerlo llorar.
Escribimos porque no podemos con tanto universo interior,
con tanta palabra, con tanto susurro, con tanto secreto. Si dejamos de
escribir, dejaremos de existir.
Desarrollamos nuestra virtud (o nuestro defecto), en una
pared, en un pizarrón, en un celular, en una mano.
También escribimos para evitar cometer un crimen. En serio.
Escribimos desde el ego.
Porque nos encanta que nos halaguen cuando hay algo que
hacemos bien.
Escribimos para no estallar, para decir quiénes somos,
mostrarnos al mundo, defender una bandera, demostrar lo que pensamos, derribar
algún muro, iniciar una revolución.
Escribimos porque no sabemos hablar. Porque no queremos hablar. O porque hablamos mucho sin decir nada. Si dejamos de escribir, nos quedaremos en silencio eterno.
Desarrollamos nuestro vicio donde sea que nos encuentre, con
o sin lienzo, con o sin pincel.
También escribimos para no gritar.
Escribimos desde el alma.
Porque hay algo que nos empuja a hacerlo y ni siquiera lo
dudamos.
Escribimos porque somos vulnerables, porque nos cuesta ser
humanos, y porque nos pasamos la vida teniendo que ser fuertes, independientes,
sociables.
Escribimos para sobrevivir. Porque tenemos que adaptarnos.
Porque nos cuesta llevar adelante una vida ficticia entre horarios de oficina. Si dejamos de escribir, nos apagaremos.
Desarrollamos nuestra existencia mientras otros creen que
estamos muertos, como si esto no fuera tener una gran vida.
También escribimos porque queremos salir a comernos al
mundo.
Pero olvidamos que no podremos comerlo solos, porque tarde o temprano vamos a necesitar una mano que nos levante cuando nos hayamos hartado de tanta humanidad.
Pero olvidamos que no podremos comerlo solos, porque tarde o temprano vamos a necesitar una mano que nos levante cuando nos hayamos hartado de tanta humanidad.
Escribimos porque somos solitarios.
Porque debemos entender cómo convivir. Porque tenemos que
empezar a aceptar los abrazos. Porque necesitamos aprender a confiar.
Escribimos para transformarnos.
Escribimos para transformarnos.
Personalmente, yo escribo porque soy demasiado sensible, y porque me acostumbré a vivir jugando a que soy la Mujer Maravilla. Cosa que -claramente- no soy.
Y también porque no tengo memoria.
O quizás, me corrijo, porque en realidad tengo demasiada.
1 comentario:
Me re hizo acordar a esto http://sandralorenzano.blogspot.com.uy/2011/02/escribir-instrucciones-imposibles.html !!!!!!
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