4 de octubre de 2015

El camino.

Probablemente no te esté resultando fácil encontrar aquello para lo que viniste al mundo.

Probablemente dudes de qué será eso que te hace vibrar, que te calienta por dentro, que te enciende la llama interna y te sirve de guía.
Probablemente a veces te cuestiones renunciar a tu trabajo porque no te hace feliz, desarrollar ese hobbie que tanto te gusta, o tener tiempo libre para encontrar qué es eso que te haría sentir realizado.
Probablemente estés o hayas estado perdido, tan perdido que la soledad y la oscuridad son tus compañeras preferidas, porque ya te sentís cómodo y a gusto sin darle explicaciones a nadie, en silencio y tratando de iluminar de a poquito esa caverna que se convirtió en tu hogar.
Probablemente no sepas para donde empezar a caminar o por donde comenzar a organizarte.
Probablemente, todavía te preguntes una y otra vez si la carrera que elegiste es la adecuada, si la elección fue 100% salida de tu corazón y no de los consejos de alguien más o de la tradición familiar.
Probablemente tengas tantos miedos como incertidumbre, te sientas desolado sin entender para qué vivís y hasta estés desganado.
Probablemente.

No es fácil enfrentarse a las dudas cuando nos preguntamos algo tan profundo como el motivo de nuestra existencia.

No es fácil empezar a erradicar miedos, descubrir aspectos desagradables de tu personalidad que te están saboteando, revolverte las tripas en medio de tanta oscuridad y empezar a renacer, a salir desde el fondo cuando hay una mínima respuesta que te prende una lucecita.

No es fácil empezar, porque para empezar tenés que terminar algo, cerrar un ciclo, matar un comportamiento, entenderte y conocerte tanto, que te asusta.
No es fácil empezar a abrirte con los demás, hasta que encontrás a las personas adecuadas para hacerlo. No es fácil adaptarte a los ciclos de la vida y a los tuyos propios, porque lleva tiempo y requiere una cabeza muy abierta.
No es fácil decidir qué es lo que ya no querés que sea parte de tu personalidad, que se vaya de tu vida o saber dejar ir aquello que querés caprichosamente, pero a tu Alma no le hace bien. No es fácil aceptar que estás en constante proceso de transformación, que todo lo que sube tiene que bajar, que la oscuridad existe porque existe la luz.

Pero se puede.

Se puede empezar de cero, se puede encontrar el camino, se pueden cambiar las conductas erróneas, se puede cambiar. Siempre se puede cambiar, crecer, mutar, transformarse. No vinimos para irnos iguales que cuando llegamos, sería ridículo.
Tampoco estamos acá para justificar nuestras fallas con un defensivo "Yo soy así", porque vivir estancados no tendría gracia.

El primer paso es querer, desearlo con ganas. El segundo, buscar el cómo. El tercero, tener el coraje de dar el primer paso, sabiendo que te vas a caer, te vas a lastimar, te puede doler y vas a llorar, pero que al final vale la pena como si fuera la olla de oro al final del arcoiris. El cuarto, es hacerte cargo de cada una de tus desiciones, felicitándote cuando salen bien, pero sin castigarte si algo sale mal.
Al equivocarnos aprendemos cosas que de otra manera no hubiéramos descubierto, y usualmente son las que necesitamos en ese momento.

Otro primer paso, en paralelo, es darse cuenta de lo que está fallando y de cómo nos lastimamos a nosotros mismos tomando las decisiones incorrectas, siguiendo un deseo equivocado, escuchando al ego en lugar de al corazón, descuidando a las personas que queremos, destruyendo vínculos que nos hacen bien, etc...

Entonces, después de abrir los ojos, por mucho que hayas deambulado por ahí, vas a llegar al puerto que buscabas. Y en el camino te vas a seguir descubriendo, vas a rodearte de otros que estén en la búsqueda, vas a ayudar y te van a ayudar a vos. Vas a crecer tanto que no te la vas a creer.

Hasta que va a llegar el día en que despiertes y te des cuenta que armaste una nueva vida en base a esas elecciones adecuadas y haciendo las cosas bien, mientras seguías lo que tanto amás.
Porque tarde o temprano no es la vida la que te recompensa, sos vos mismo.
No es el destino lo que te espera, son los resultados de tus decisiones.
No hay un sólo camino para llegar adonde debés llegar, y siempre vas a transitar el que necesites, el que más te sirva para aprender.

Y ese día en que te despiertes, también te vas a dar cuenta que una vez que entendés lo que deseás y hacés algo por ello, tu vida es una vida feliz -porque estás en el lugar correcto- y cada persona que se te acerca lo hace porque sabe que al lado tuyo se siente bien, brilla, sana. Porque lo contagiás.

Igual que esa chispa que emanás cuando sonreís con los ojos, con la satisfacción del trabajo cumplido.
Aunque falte muchísimo más.

"La verdadera violencia, la violencia que comprendí que era imperdonable, es la que usamos contra nosotros mismos cuando no nos atrevemos a ser lo que somos."