18 de octubre de 2016

Escuchar.

Me saqué los auriculares, porque acá permiten esas cosas que en Argentina ya se miran mal, y él, guitarra en mano, canta una canción pegadiza y radial de Vicentico, esa que dice “¿Cuál es aquel camino que tengo que tomar?” y yo me siento feliz de estar perdida, de desconocer la ruta de este colectivo.

Llegué hace una semana.
Estoy en un ómnibus que ignoro, yendo a un departamento ajeno al de mi residencia, inspeccionando este país que recién estoy estrenando. Hay olor a nuevo.
El destino no importa, o sí, pero no es lo que me urge. Para mí lo que vale la pena es el viaje, aunque suene trillado.

Estar al lado de la ventanilla me da la posibilidad de evadir la mirada del otro, o de elegirla. A veces no tengo ganas de jugar a ser sociable. Entonces elijo que mi mirada sea la que escucha.
La canción me sigue preguntando cuántas son las señales que tengo que seguir. Me está echando sal en la herida, la muy forra. Las seguí a todas y me trajeron hasta acá, ¿te parece poco?
No tengo trabajo. No tengo en quién confiar. Tengo techo, qué se yo.

Estoy asustada.
Acá la plata se te va de las manos y yo ya lo sabía. Algo me empujó y yo me dejé llevar igual.

La letra continúa y me hace sonreír. Siento que por algo eligió esa melodía y no otra. Creo que un poco es para mí, ésta canción me habla. Qué manía tenemos los argentinos de creernos el centro del universo.

“Si siempre viajé solo y siempre vos fuiste mi faro en la ciudad” No, ya no tengo faros. Le cedí esa capacidad a mucha gente que después se apagó y me terminé perdiendo. Mi faro soy yo, así, miedosa. Si no creo en mí, en que puedo seguir adelante sola, entonces no sé para qué vine. Es al pedo seguir aterrada.

Che, flaco, cambiá la canción porque me estás haciendo pensar demasiado, y yo me estaba yendo a relajar al mar.

“Es todo silencio, la última mirada hacia atrás” Lo bueno es que nunca miro hacia atrás. Capaz es un defecto, pero a mí me gusta así.
Se puede recordar el pasado, agradecerle, pero traerlo a cuestas pesa mucho. Prefiero liberarlo, porque así me libero yo.

Las raíces vienen con uno, es inevitable, pero esas otras cosas que se murieron, que te lastimaron, te retorcieron y te dejaron hecho un poco mierda, ya no existen, fallecieron. Yo también me voy a morir algún día, y alguien me va a dejar atrás.
No me gusta sufrir por cosas sin solución, aunque la mente tenga sus trucos.
Esa última mirada hacia atrás fue para darme cuenta que si no daba el primer paso, la que iba a quedarse ahí en el fondo, toda deshabitada, iba a ser yo. Chau vieja Ale, que te garúe finito.

“Yo quiero saber, mi amor, si al llegar vas a estar allí”
No sé de quién hablás o a quién le estás cantando, chabón. Claro que si vine sola, por algún rincón late esa esperanza de dejar de caminar en singular, soy humana, ¿qué esperás?

Tomá, no puedo gastar plata pero te la merecés porque me hiciste dar cuenta de muchas cosas. Tengo que adueñarme de mi propio territorio, empezando por mis decisiones.
Aunque ahora no puedo porque me pasé de parada y ni siquiera sé dónde estoy.

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