30 de octubre de 2013

Me desconoce la gente que me conoce.

Juzgar a mi persona de acuerdo a lo que imaginan de mí, a lo que yo fui o a lo que creen que soy, NO ES YO.

No pretendo que la gente quiera como yo.
No pretendo que la gente se exprese como yo.
No espero que la gente sea como quiero yo, porque no me gustaría que alguien me quiera amoldar a su vida o forma de ser. Y porque todos tenemos libre albedrío.

Y aunque tenemos libre albedrío en esta dimensión, hay gente que todavía no lo entiende.

El libre albedrío te hace estar con quienes estás, o alejarte de quienes te quieras alejar.
Te hace decidir con quiénes compartís tus vida.
Te deja elegir qué comés, con quién, a qué hora, qué vas a hacer, cómo, dónde, cuándo, etc...
El libre albedrío es eso, LIBERTAD DE ELECCIÓN.

Libertad de elegir conocer a las personas, en lugar de suponer que son como creés o querés que sean.
Libertad de estar cerca o alejarte.
Libertad de hacer felíz a alguien, o no.
Libertad de vivir solo o acompañado.
Libertad de compartir tu vida, o no.
Libertad de salir corriendo cuando te asustás, o de afrontar las cosas.
Libertad de amar u odiar.
Libertad de dejar que las cosas te sobrepasen, o de relajarte y dejarlas fluir.

No quiero que la gente que me rodea crea que soy algo, que en realidad no soy.
Espero que sólo abran los ojos y acepten conocerme, y acepten mis mutaciones, porque desde que recuerdo, vivo cambiando.
Y elijo mejorar día a día, cueste lo que cueste.
Eso no quiere decir que sea buena persona o que sepa hacer siempre felices a los que me rodean, porque, claro, yo también me equivoco.
Y estaría bueno que los demás también sepan reconocer cuando se equivocan, sino son todos perfectos y yo soy la única boluda!

Espero simplemente que la gente me haga saber que disfruta de mi compañía, que la anhela, que es felíz conmigo.

Que la gente que quiero me demuestre, como pueda, que soy importante para ellos, que me hagan sentir querida como yo hago con ellos.

Porque ser, no es lo mismo que hacer.
Ser como uno es, no es lo mismo que hacer lo que uno puede o siente o quiere hacer.

Y, a menos que seas un ser súper egoísta y orgulloso, o un adolescente en plena pubertad que se está autoconociendo, hacer cosas que no cambian tu manera de ser, no significa morirte.

La gente es tan trágica, que cree que hacer algo por el otro significa dejar de ser uno mismo y estar obedeciendo.

Dios mío, cuando se habla de amor nadie entiende nada.
Yo tampoco.