4 de agosto de 2014

Aire fresco.

Yo soy viento. Me comporto como el viento.

Siempre fuí así, y ésa debe ser la razón por la cual en un acto escolar, actué del viento mismo. Muy bizarro, pero real.

A veces puede parecer que tengo rumbo fijo, y que estoy decidida a llegar a la meta. Pero cuando estoy ahí, tan cerca de todo, me tuerzo un poco y doy un par de vueltas, porque parece que el camino me gustara más que llegar al final mismo.

Me gusta el aire. Me gusta respirar la pureza de la bruma del río o el olor de la sal del mar.
Me acaricia el alma la mixtura de los 4 elementos en el olfato. El olor a ozono, a "tierra mojada", el olor del fuego recién encendido, el olor de los diferentes cauces de agua, el olor del viento.

Sí, soy como el viento. No sólo porque cambio de rumbos, sino porque me siento libre siempre. Donde vaya, con quien sea que me encuentre. Calculo que será parte de mi espíritu, ese gusto de no permanecer atada a nada, pero de ser fiel a lo que amo.

Soy como el viento, que te acaricia con una brisa o te destruye con un tornado.

Soy como el viento, porque nunca llego sola. Siempre traigo regalos, de cualquier tipo.

Soy como el viento, cambiante, fuerte, suave, cálida o helada. Soy como el ambiente lo requiera. Cuando es preciso me adapto, impongo las condiciones "climáticas", o sino directamente me voy.

Pero cuando algo me gusta, quizás elija ser sólo aire que se desliza entre las narices del pueblo al que acabo de arribar.

Soy como el viento, que no se puede guardar, ni atrapar, ni encerrar. Él y yo, elegimos sólos donde asentarnos.

Soy pesada como el viento húmedo, también.
O volátil como ése aire que te reaviva las brasas.

Soy como el viento, si, inquebrantable y natural. Fresca y molesta. Fuerte y destructora.
Sólida e inmaterial. Intocable, pero dócil cuando eligen respirarme.

Soy como los nuevos vientos, siempre cambiante, inquieta, curiosa, llena de preguntas.

Y adonde vaya, aunque no lo intente, llevo el aire fresco conmigo.

No hay comentarios: