26 de septiembre de 2014

Hombre uruguayo promedio.

El uruguayo camina sin prisa. Lleva el termo bajo el brazo, para el 183, se sienta, se ceba mates.

El uruguayo habla despacio. Usa el "contigo" y te mira a los ojos cuando te habla. O te esquiva la mirada si le gustás. Bueno, como la mayoría de hombres tímidos.

El uruguayo hace todo con calma. No corre, no se apura. Aunque esté llegando tarde y parezca que anda a las corridas, y él diga estar acelerado, dudo que conozca la verdadera aceleración, como la del porteño.

Arma el porro con una parsimonia desesperante.
Te abre la puerta, cinco minutos después de que tocaste el timbre, aunque esté diluviando. Sin embargo, no te molesta.
Porque el uruguayo siempre cae bien, y más con esa manera ralentizada de andar.

Saborea cada paso de la vida, en lugar de llevársela por delante. Es como si cada uno que conocés o te cruzás, a cada momento, te estuviera dando una lección.

El uruguayo es culto. No tiene faltas de ortografía. Te desafía intelectualmente, y hasta te enseña.

En líneas generales, es bueno. Es racional, le cuesta demostrar afecto, pero cuando se siente cómodo, no duda en hacértelo saber. Como le salga. Que no siempre es la manera que esperás.
Es suave en sus modales, es educado.

El uruguayo suele ser lindo físicamente. Armónico.

Y conquista fácil a la argentina.
Porque seduce sin intentarlo, le nace. Lo hace con tanta sutileza, que a veces ni te das cuenta.
Tiene una simplicidad nata para compartir momentos naturalmente, que te dejan medio perdida.

No tiene el chamuyo del argentino, y eso a nosotras nos confunde. Tendríamos que caminar como pisando huevos.

Porque algo que en Argentina sería considerado como un momento "especial", acá es algo normal, porque son muy sociables y abiertos, sobretodo con los extranjeros. Te hacen sentir como en casa, siempre.

Y aquello que nosotras expresamos con naturalidad con nuestros amigos hombres, acá puede llegar a ser considerado como una incitación sexual. O quizás acá sea muy común tener amigas con derechos; o a mí me tocó tratar con algunos un poco desviados.

Por las dudas, cuando te interese conocer en serio a un uruguayo, te ponés colorada como yo, no tenés creatividad para sacar tema de conversación, y te ponés nerviosa como si tuvieras siete años, porque ése hombre, así desconfiado como es, seguro que te intimida.

No hay comentarios: