12 de septiembre de 2014

La libertad de no pertenecer.

Tenemos libertad cuando no pertenecemos.
A nada. A nadie.

Somos libres cuando no necesitamos conceptos ni definiciones.

Me considero una persona bastante libre. Pero sé muy bien que no lo soy.
No soy dueña de nadie, ni me interesa, porque no quiero que nadie pretenda creerse mi dueño.

No tengo partido político. Elijo porque tengo la posibilidad, pero no me aferro 100% a la misma idea, porque la idea no se representa sola. La representa un ser humano, y el ser humano es cambiante.
Hoy puede gustarme, mañana no. Hoy puede actuar bien, mañana quién sabe.

No tengo religión. Creo en la suma de muchas filosofías y ciencias diferentes, de las cuales tomé lo que más me gustaba y armé mi ideología propia. Por ende, no me aferro a dogmas ni libros que pretendan imponerme en qué debo creer.

No tengo una manera definida de comer. Me gusta comer sano, y variado, pero suelo no comer carnes, por elección. Eso no me hace vegetariana, porque a veces muero por un asado.
No soy vegana, claramente, porque tampoco podría vivir sin lácteos. Por lo menos por ahora.
Y me parece una ridiculez atenerse a un "título alimentario" para definir que somos lo que comemos.
Sí, de hecho, somos lo que comemos. Pero yo no quiero ser ningún tipo de ayurveda, crudivegana, etc, porque me estaría limitando comer cualquier otra cosa que mi cuerpo precise en determinado momento. Me quita libertades.
Prefiero elegir lo que me nutre, en todo sentido, cuando sienta que mi cuerpo lo necesita. Y no basándome en algún tipo de dieta o concepción con "Título habilitante".

Sin embargo, tengo una profesión que tengo que representar con un título, identificarme para poder trabajar. Ya eso me limita.

Tengo edad física, como todos, y eso pareciera coartarnos libertades a veces.
Lamento decepcionarlos: la edad nos limita lo que le permitimos que nos limite.
Porque la edad es un número.
Lo que vale, como siempre, es seguir lo que deseamos, hacer lo que nos hace bien, seguir el camino que elegimos.
Tengamos la edad que tengamos.

Aún así, todas las cosas que "no tengo" (religión, partido político, definición de mi manera de comer), me siguen haciendo sentir limitada.
Porque yo no soy atea. Porque quiero poder elegir quien me represente. Porque tengo que alimentarme.
Y constantemente estamos eligiendo.
Elegimos cómo despertarnos, cuándo bañarnos, qué vestir, qué hacer, qué ingerir, qué escuchar. Elegimos qué vivir cada día, pero dependiendo del abanico de opciones que se nos presente.

Seríamos libres si no hubiera opciones determinadas, y simplemente pudiéramos elegir pero del todo, sin tener que limitar la elección a la fruta de estación, o al colectivo que pase por casa hoy.

Es prácticamente imposible ser libre del todo.
Pero es el deseo más inmenso que tenemos los seres humanos. O por lo menos yo.

Insisto, de todos modos, en que somos libres cuando menos pertenecemos a algo que nos clasifique.
E, irónicamente, siempre estamos perteneciendo.

A los sí, a los no, a los ni.
Siempre somos parte de algo más grande que nosotros.
Prefiero creer que creo (de crear) mi vida, que elijo a lo que pertenezco y a lo que no.
A los que amo, a los que tengo cerca, a los que abrazo.

Elijo amar con total libertad a las personas, a lo que hago, de lo que vivo. A mí. A mi vida.
Limitándonos, sólo nos corrompemos de a poco.
(Ésto no quita que tengamos que limitar algunos deseos o acciones para no lastimar a otros, porque vivimos en sociedad y hay que adaptarse. Es un tema más profundo.)
Elijo adaptarme, también, a lo que sé que me hace bien. A los cambios que provoco.
Pero no elijo adaptarme a las estaciones del año, sino que simplemente lo tengo que hacer. Ahí ya perdí libertad.

Elijo no controlar nada, por más que me cueste. Porque siempre pretendo controlar mi vida, cuando en realidad siempre me demuestra que, cuando dejo fluir, las cosas toman el rumbo que deben tomar. Yo sólo tengo la última palabra.

Elijo ser libre de todo lo que quiera imponerme un título o una propiedad. El sentido de propiedad nos da estabilidad. El sentido de libertad, nos da vida.

Elijo cada día, lo que pueda elegir de mi vida, en base a lo que desea  mi alma, a lo que sé que me hace bien.

Elijo no ser de nadie.
Porque dejaría de ser mía.

No hay comentarios: