Solía escribir mucho en mi adolescencia. Adolescía, justamente, de todo, y me provocaba escribir. De hecho, hoy leo cosas que he escrito y no puedo creer que hayan salido de mi cabeza…
Como a los 18 años, tuve una época bastante dolorosa, motivos varios, y la inspiración se borró, por un tiempo por lo menos…
Hace unos meses volví a escribir. Hay cosas en la vida que te mueven todo internamente, y hay que buscar como ordenarse de nuevo.
Todo empezó cuando a fines de 2009, un conocido me contó, indignado, que no pensaba pagar los doscientos pesos que le cobraba el veterinario, por sacrificar a su perro, que estaba muy enfermo. Entonces, no dudó en contarle a alguien vegetariano y sumamente sensible con los animales, la atrocidad de la que formó parte. O mejor dicho, que cometió.
Esperó que el pobre animal estuviera de espaldas, para tomar su escopeta de caza y efectuar el certero disparo en la nuca, que acabó con la vida y el sufrimiento de su mascota.
Más allá de que en mi cabeza no entra la idea de -siquiera- tomar el arma, y mucho menos para eso, una duda existencial abarca hace tiempo mis días.
Quién es quién -como el juego- para decidir cuándo va a ser el último día que veamos la luz del sol, la última bocanada de aire, o la última vez que olfateemos el jardín??
Creo que más allá del dolor que uno puede estar sufriendo, es uno quien debe decidir. SI no podemos hablar o comunicarnos, entonces porqué alguien tiene que decidir por nosotros? Porqué es mejor provocar la muerte que el sufrimiento?? No pongo en jaque que hay miles de enfermedades o dolores que aquejan al mundo, pero cada uno debe decidir si vivir o morir.
Quizá haya gente que vive sufriendo, pero la hace feliz la compañía de sus nietos, las noches con luna llena, el mar, el perfume de las flores… (y éstas son sólo pequeñas cosas que se me ocurren, porque creo que cuando uno sufre tiende a apreciar las pequeñas cosas que antes ni notaba…)
El perro probablemente quería que el dolor se borrara de su cuerpo, pero no creo que haya deseado la muerte. Quizá estaba tan agraciado con la vida que le permitía olfatear esas flores todavía, ese pasto recién cortado, ese…PUM!. Y nada más.
A veces me siento disconforme con la vida, con mi vida, pero no por eso tengo ganas de morirme. Al contrario, por más agotada de todo que esté, siempre hay un motivo por seguir en la lucha. Y si no hay, se busca. El que busca, encuentra.
Siempre tengo ganas de moverme, de cambiar, de crecer….a veces creo que esa adolescente sumamente cambiante y de humores insoportables, sigue en mí, firme al pie del cañón. Sigue conflictuada, buscándole -todavía- el porqué a todo. A la vida, a la muerte, a las injusticias, al mundo. El porqué de los porqués sigue presente, revolviendo y haciendo que la adolescente renazca. Pero todo lo que crecí en estos, casi, 10 años, no tiene comparación con la niña que fui.
Aprendí a observar , a analizar, a intuir. Hoy veo las cosas de otra manera, hoy me mimo más. Hoy soy mucho, muchísimo más sensible, con la naturaleza y con mi entorno. Conmigo y con todos. (todavía no sé si esto es bueno o no).
Así como me fui por las ramas, no dejé de pensar en el perro. No dejé de pensar en que cada uno decide hasta cuándo. Y si está escrito, aunque sea el momento, no se me ocurriría dejarlo en manos de otro. Asimismo pasa con los accidentes también….pero ya me voy a otro tema como los inconscientes y la inseguridad, la poca responsabilidad….y eso lo dejo para otro post.
Por lo pronto, no me gustan ni los sacrificios ni la eutanasia.
El aborto?? Ufff….esto dá para más parece….
Igual yo lo amaba y me partió al medio que se fuera así.
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