Estaba yo en una terminal de ómnibus, pagando la boleta de $32 y monedas del gas de este mes, con tarjeta de crédito, a lo que me dan un ticket (ticket to ride??) para firmar, que me solicitaba datos extraños, en este orden: FIRMA, ACLARACIÓN, NOMBRE (no te lo aclaré ya?), DNI, MÚSICA (para esto esperé a la chica que me lo dió y le consulté si realmente tenía que poner el estilo musical que escucho) y otros datos bizarros.
Es viernes, de día, pero sin embargo es de noche. Vieron como son los sueños en los que el tiempo es pero no es, y viceversa.
Miro el celular esperando un mensaje de él. Es viernes a la noche y salió con sus amigos.
Pero me doy cuenta que es un mensaje que no va a llegar nunca, porque ahora estamos separados.
Y pienso -si, en el sueño-que en la realidad hacía rato no lo hacía, a menos que fuera para responderme uno que yo le había enviado previamente.
Ya no me enviaba mensajes como antes haciéndome notar que la estaba pasando bien, y sin embargo, me extrañaba o pensaba en mí. Sin siquiera hacerlo literal, un mensaje, para mí, era señal de que mi persona andaría por algún recoveco de su mente, y eso simplemente me hacía felíz.
Pero no. El mensaje no llega y alguien me hace escribir un sobre con el nombre y dirección del destinatario, que es una mujer llamada Cizvina (yo creía que era Silvina mal escrito). Otra vez datos muy extraños, un número en el ángulo superior derecho -668-, una dirección que empezaba con "Mar..."
Lo termino y viene mi colectivo.
Me subo, y estando adentro me veo desde afuera, y el colectivo es rojo con detalles blancos.
Así, sabiendo que me estoy yendo y que nos estamos perdiendo, hay un mensaje que nunca llega.
Paso por la calle San Martín de Campana, y una señora de cabeza gigante parada en una vereda, con anteojos de marco rojo oscuro pero traslúcidos, que me recuerda mucho a mi tía, me saluda con una sonrisa enorme. Está en San Martín 332, según observo.
Estoy parada en el colectivo que sigue su curso.
Y me voy.
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