16 de enero de 2013

Las cosas que no decimos.

Las cosas que callamos, son como pequeñas piedritas que se van acumulando en el corazón, y tarde o temprano, nos dañan.
Nos dañan como alguna enfermedad, como resentimiento, nos hacen diferentes personas.

Personalmente, con la gente que quiero, no me callo nada.
Pero observé que sí es al revés en algún que otro caso.

Estoy mutando. Estoy atravesando un momento bastante extraño y quiero pasarlo lo mejor posible, haciendo sólo lo que tenga ganas de hacer, sin obligarme a nada que no me haga sentir bien.
No soy la misma del verano pasado, por suerte. Cambié muchísimo, pero sigo siendo esa misma persona.
Me divertía de otro modo, era sociable de otro modo. Y, reitero, sigo siendo la misma.

Evolucioné, se puede decir que sí.
En un año, pasé de estar laburando freelance a un contrato de trabajo en un lugar hermoso.
De mi soledad sentimental, pasé a encontrarme con el hombre más lindo -en todo sentido, para mí- del mundo.
Y de ser una nena de mamá, me fuí a vivir sola.
Mucha gente estuvo conmigo y me acompañó en esos momentos, pero uno descubre cierto recelo (no lo voy a llamar "envidia" porque no siento que nadie tenga porqué envidiarme, y además eso sería muy egocéntrico de mi parte), que parece estar oculto y en algún momento sale a la luz.

¿Qué es lo que pasa, entonces?
A los demás, los que se acostumbran a determinada faceta de uno, no les gusta que uno se transforme.
Hay personas que son muy reacias a los cambios, sobretodo si el cambio que hiciste, los desfavorece de algún modo.
Pues yo lo siento mucho.
Mi vida es mía y no tengo por qué forzarme a seguir siendo alguien que en este momento ya no siento ganas de ser. Quizás "esa Ale" salga de vez en cuando, si, y sea por un rato la que solía ser. Las facetas son intercambiables, y eso está bueno, podemos usarlas cuando queremos.

Pero hoy estoy tranquila.
Me siento muy cómoda en mi casa, y prefiero quedarme un sábado a la noche tomando un vino acá y leyendo, antes que salir a romperme el alma, bailar y pasar todo el domingo con resaca.

Me gusta visitar a mis viejos, a mi novio, y a mis amigos.
Y ése es otro tema.

La gente a la que le "molesta" que tengas novio, o que creen que cambiaste por eso.
Más vale que uno cuando está en pareja cambia, por Dios!!

Tengo un amigo que siempre dice que cuando me pongo de novia, los dejo de ver.
No los dejo de ver nunca, más vale, son mis amigos! Pero las prioridades y los tiempos de cada uno, cambian.
Está clarísimo que cuando estoy soltera puedo pasarme 24/7 viéndolos, pero si me pongo de novia, voy a tener que repartir esos tiempos.
Sobretodo ahora que tengo que hacerme tiempo para ver hasta a mis viejos!!.
Y yo cambio de ritmo de vida también, una se calma...
No conozco a nadie que tenga los mismos tiempos para el resto de seres queridos cuando está con alguien, que cuando estaba solo.

Pero bueno, hay gente que parece ofenderse con tanto cambio.
Y que se calla las cosas o las expresa en el lugar incorrecto o con las personas equivocadas.

Las cosas que no decimos nunca llegan a buen puerto.
Por eso tengo un blog. :P

No hay comentarios: