28 de diciembre de 2013

Lo miro.

Lo miro dormir.
Lo veo tan relajado que quiero despertarlo a besos, pegotearle abrazos.
Pero no, me aguanto y lo dejo seguir así, transpirado, ignorando que lo miro dormir tan enamorada de él como al principio.
Lo amo y me doy cuenta que no necesito explicar ningún porqué. Lo amo y punto. No necesito nada más que sentir eso.

Lo acaricio un poquito, tanta lejanía al lado de él me resulta imposible de soportar. Necesito tocarlo. Lo observo dormir desnudo, cómodo, tan relajado. Tan lindo, tan él.

Así, mirándolo a sabiendas de que está en otro mundo, sé que no es mío, que no es de nadie, ni siquiera de él mismo.
Es de la vida, hasta cuando ella quiera. Y la comparte conmigo, hasta que la vida quiera también. Eso, aún así, me gusta. Porque me gusta el presente, como un regalo. Tenerlo en mi presente me gusta. Y en mis planes.

Entonces lloriqueo armándome historias ridículas en la cabeza, sofocada por el calor y la resaca.

Y lo miro con ojos llorosos, con esa bronca de que se crea tan importante para mí y esté tan seguro de mi amor, y que sepa que es verdad. Que esté así, tirado en mi cama como si fuera el señor de la casa, con todos mis permisos.

De nuevo sé que no es mío, que es algo ridículo querer que una persona te pertenezca, no es sano, para nadie. No es real.

Sin embargo sé que si se despierta y se lo pregunto con cara de perrito abandonado, él me mira y me dice que sí.

21 de diciembre de 2013

Pichón de Luz.

Margarita se estaba por ir a trabajar y dejó al pichón en el patio.
La escucho echar a la gata, sacándola a escobazos. Me enojo y salgo a su encuentro, a traerme la gata, a ver porqué tanto escándalo.
Me enseña el pichoncito, me cuenta que lo tenía en la casa pero ahora se va. (-¿Entonces por qué no lo dejás adentro?- pensé)

Me lo traigo a casa, le trato de dar de comer pero aún es muy bebé y no come solo.
Está asustado. Lo abrazo con mis manos haciendo huequito y empiezo a practicarle la Técnica del Arca, que aprendí hace poco. Se queda quieto y mientras tanto pido asistencia, porque ni idea tengo de qué hacer cuando un pájaro no sabe comer solo.
Abre la boca casi por instinto, y empieza a tomar de las gotas de agua que le estoy dando.

-Vaya a saber de dónde salió este pequeñín- me digo a mí misma, como tantas otras cosas que me hablo.

Deduje que era una nena y la bauticé Luz.

Tengo que salir.
Ya no pide más agua, se está durmiendo.
Aprovecho y salgo en la bici hasta lo de mamá y a la librería.
Tardo una hora, hora y media.

Cuando vuelvo está de costado, asumo que agotado por el calor y la lucha de querer salirse de la cajita en la que lo dejé. Hizo caca una, dos, tres veces, y encima se sentía solo.

Me siento muy culpable, muy mucho.

Intento nuevamente darle de comer, pero no hay caso.
Me traje un gotero de casa, pero el agua la traga a duras penas.

Es inevitable, yo ya sé que se va a morir, lo sé y empiezo a llorar con el pichoncito en las manos, entregándolo al cielo como para que se lo lleve cuanto antes y el pobrecito deje de sufrir.

Salgo al patio, miro al cielo, solicito asistencia de nuevo.
Le hago Reiki, está muy tranquilo, pero no para de abrir el pico como cuando quiere comer.
De todos modos, le hace caso omiso al agua.

-Quizás sólo quiera respirar- y dejo de ahogarlo a gotazas.

Ya lo sé, ya sé el final y es algo que no puedo permitir, me siento culpable y a la vez tan estúpida...cómo no voy a poder mantener un pajarito?? Y el día que quiera tener un hijo? Qué voy a hacer?
Hago una tragedia y un mar de mocos, no puedo parar de llorar.
Exagero? Probablemente.

Pero para mí un pajarito y un ser humano tienen la misma importancia, el tamaño no me modifica los sentimientos.

Me puse muy triste, hasta que trataron de hacerme entender.

-No podés responsabilizarte por los destinos ajenos, hay cosas que no podés manejar en la vida. Tenés que aprender a dejar ir.

Prendí las velas del Sanctum y cuando volví se había muerto.

Estaba de costado, acostado como un angelito, después de intentar sobrevivir, como todos.

Y sí, deberé aceptar que no me pertenece ningún destino más que el mío, y que probablemente ese pichón se fue porque ya cumplió su misión: venir a enseñarme a mí las cosas que más me cuestan.

20 de diciembre de 2013

Pregunta.

Y si todos los libros de ficción o "imaginados", realmente están sucediendo o sucedieron en otra dimensión, y el/la escritor/a simplemente los canalizó? Sin saberlo, claro...

Esas cosas me pregunto a veces.

18 de diciembre de 2013

Me quiero ir.

Me quiero ir a fin de año, no siento ganas de estancarme acá.
Sí, sé que la felicidad está dentro mío y no en el lugar donde esté, pero esta vez necesito un cambio.
Sobretodo desde sé que los que quiero, no sienten el mismo interés que yo en un día como Año Nuevo.

Decido entonces, que a mí también me dá lo mismo.

Que a mi vieja directamente nunca le gustaron las fiestas, y menos desde que falleció mi abuelo. Que siempre me dió libertad de elección y es felíz si yo estoy felíz. Porque gran parte de su felicidad, lo sé, depende de la mía.
Y la amo más por eso, por ser tan incondicional y saber lo que me hace bien, y apoyarme al respecto.
Y además le gusta acostarse temprano esos días...

Que el resto de personas que quiero, o con las que me gustaría estar, prefieren el ámbito que a mí ya no me interesa, eso que yo ya viví.

Ya saboreé el significado de la resaca de fin de año, el sabor a nada que tiene un primero de enero en mi casa, tomando agua con limón y quejándome del dolor de cabeza.

La cena recalentada del treintayuno, el lechón frío con rusa, el arrollado con los bordes secos, los restos más feos del asado, las sobras de ensalada de fruta que sólo tienen naranja y manzana.
Los pedacitos de pan dulce para el mate, el turrón que no se abrió.

Y las tradiciones, eso quizás sea el porqué.

Estoy harta de las tradiciones superfluas.

No quiero comer lechón.
No quiero atorarme de turrones y almendras con chocolate.
No tengo ganas de tomar champagne y bailar hasta que amanezca, rodeada de gente que no conozco o de personas superficiales que se pusieron el último vestidito de moda para ser la más mirada, o el canchero de camisita que pretende levantar cualquier cosa que no vea borrosa.
Me cansé y esto no es de ahora.

Me divertí de ese modo, bastante, hasta los 20, 21 años, hasta que me dí cuenta que las cosas como se dan en esta ciudad, no son parte de mí, ni quiero que lo sean.

A mí no me cambia la felicidad ir al Boat Club a hacerme ver o ver a otros.
No me la cambia bailar borracha al lado del río haciéndome la linda, pero sí donde me sienta cómoda y no tenga que demostrarle nada a nadie.
A mí no me cambia la felicidad comer lechón, un plato de ravioles, o una ensalada de fruta.
Ni siquiera me motiva ponerme linda para la gente que no me interesa que me vea.
Me cambia la felicidad quedarme sola en casa, triste porque no puedo compartir una noche de charla mirando las estrellas con los que quiero, porque les interesa otra cosa.

Así que me hago cargo, y trato de que entiendan que mi interior es lo que más alimento necesita, no mi ego.

Y adentro, disculpen acá sí el rapto de egocentrismo, pero sí, soy linda. No es porque me sienta fea físicamente, me creo normal.
Pasa que el exterior se pudre, y hay gente que todavía no se avivó de cómo se arruina el cuerpo, del tiempo y la plata que está gastando. Esa misma plata que en cinco años yo me gasté en libros y cursos, de los cuales hay varios que sé que me llevo conmigo cuando me vaya.

(Peco de soberbia y me bajo del caballo, porque me doy cuenta que tiendo a "señalar con el dedo" a las personas que se burlan de lo que pienso, que se ríen cuando quiero explicarles algo, esas que no entienden ni mis creencias ni mi postura.
Pero me quedo tranquila sabiendo que a todos nos llega el momento, y que es imposible acelerarlos.)

En fin, no me quiero quedar acá.
A mí me gusta el ritual del año nuevo, no el de la comida y el desbande, sino el interno.
El proceso, la renovación. El aire, las estrellas, la emoción de un nuevo ciclo.
Escucharme y escuchar-los. ♥

Así que, hasta poder adaptarme y darme cuenta de que la felicidad está sólo dentro mío, la voy a buscar al mar.

Y de paso leer, escribir, caminar por la arena, bailar tranquila y con la música que yo quiera, tomarme una copa de vino charlando de las cosas que me interesan, y con gente que se siente como yo: esta vez quiero estar cómoda y sentirme bien, y me lo merezco.

Así estoy, sigo tratando de vivir como escribo.

11 de diciembre de 2013

Un cuento, o algo así.

Nos despedimos cuando el sol estaba bajando.
Yo, un hombre reservado que apenas pasaba los cuarenta años, estaba pactando mi divorcio.
Ella seguía siendo, para mí, la mujer más bella del mundo. Y sin embargo ahí estaba yo, sentado sin poder decirle cuánto la amaba mientras ella se alejaba a cada paso más de mí, de mi vida, de mi persona que ya no le atraía más que para firmar un supuesto acuerdo.
Yo la amaba, y ella para mí era todo.

Se fue caminando por la calle lindera al río, como si fuera el Pont des Arts y ella mi Maga, y yo casi me sentía Cortázar, el que la miraba pasar de la mano de otro en la milonga, el que vomitaba conejitos.

Me dije a mí mismo que la recuperaría, uf, tantas veces. Que dejaría de ser el que no la cuidaba, el que no se cuidaba de sí mismo.
Que por fin no tomaría tantas malas decisiones, que la llevaría del brazo adonde ella quisiera, al fin del mundo si venía al caso.

Pero nunca cumplí mis promesas, siempre fui de boca vana, de palabras vacías.
Y un día se cansó. Le agoté tanto las esperanzas que decidió valorarse un poco e irse con otro. No vale la pena enunciar nisiquiera quién era ese otro.

Y se fue, y así la perdí.

La había conocido en la calle, en San Telmo. Vendía artesanías en el local de una tía suya, y yo, haciéndome el interesado en vasijas de barro que, en mi vida había pensado usar, entré una de esas tardes en las que pasaba y miraba para adentro, haciéndome el macho argentino.

Dije que buscaba algo para mi abuela enferma, pobrecita ella, que por fin la pudimos traer desde Alemania para cumplir su último deseo de ver un partido en la Bombonera, para luego volverse a su país natal a esperar a la de negro.
Le dí tanta pena que me terminó regalando una de las dos vasijas que me llevé. Y qué culpa tendría mi abuela, nacida, criada y fallecida en Chacarita, de tamaña infama.

Unas tardes después, la invité a salir. Era un sueño, su pelo largo, los labios que ni carnosos eran, y esa nariz chiquitita, no sé cómo explicarles, era un sueño, MI sueño.

Pero entre tanto recuerdo, en fin,  ahora recuerdo que la perdí.

Que le entretejí en el alma tantas decepciones, tanto desamor. Que prometí cuidarla ante todo, más que a mi vida, pero no pude, creo que ni siquiera lo intenté.
No le dí valor, no le ví el valor, ni el brillo a tiempo. Y, por dios, esa mujer sí que sabía cómo brillar.

Si se ponía un pantalón, brillaba. Si usaba ese vestido rojo en Año Nuevo, era el sol de la madrugada. Si lavaba los platos toda despeinada, era mi propio sol. Y nunca se lo dije, nunca lo supo de verdad.

Mis viejos siempre fueron reacios para darme amor, y les echo la culpa -todavía hoy-de porqué yo no supe entregarme tampoco. Nunca le dije que la amaba. Nunca le dije todo lo que valía para mí, que quería que fuera la madre de mis hijos, la que me acompañara a elegir cada destino en las vacaciones, la que quería de mi mano el día de mi muerte.

Sólo tuve quejas para darle, sólo supe decirle lo mucho que me molestaban sus defectos, que eran mínimos. Que cocinaba asquerosamente, que no podía pintar ni una pared sin hacer desastres, que era malísima para los deportes, para la cultura, para todo lo que le podía generar alguna pasión y alejarla de mis brazos.
Siempre borracho, yo me atajaba, por las dudas. No sea cosa que por no tenerla cagando un poquito, se me fuera a ir con otro. Un pelotudo.

A las minas eso es lo peor que le podés hacer.

Sumado a mi falta de conocimiento en la materia de entregar amor, ella se desesperaba, no sabía cómo conformarme, qué más hacer por mí. Pobre mujer, y yo la vivía. Se la pasaba llorando el último tiempo, la terminé gastando, le destruí la autoestima.

Aunque mis amigos me dijeran que la culpa no era del todo mía, yo sabía que era así. Como dije ya, ella brillaba siempre. Y yo le supe sacar poco a poco, esa luz que tan felíz me hacía.

Se la absorbí, como si fuera un papel secante. Me gustaba apretujarla entre mis brazos, sentir que me pertenecía. Que yo era para ella y ella sólo para mí, para nadie más.
La alejé de su familia, de sus amigos. Nadie brillaba tanto como para merecerse su presencia.

Ella me contaba que estaba triste, que no sentía amor por nada, que ya en nada veía esa “chispa” que sentía antes por todas las cosas, por sus cosas, por mí.
Estaba como aburrida, en off. Y me lo contaba y yo la escuchaba. Y no la acariciaba. No la abrazaba. No la supe contener.

Fui un fracasado, siento que lo fui y que podría haberlo evitado. Que ella no se hubiera ido así.

Me ponía nervioso que se arreglara y se pusiera linda, más linda de lo que era, para ir a visitar a la madre, ¿quién se creía esa vieja para merecerla tanto? Ni yo la estaba mereciendo así últimamente.

Y las veces que hacíamos el amor, dios mío, era tocar el cielo con las manos. Quizás en la cama no la abandoné tanto, le alimenté todo aquello que no le alimentaba fuera de la habitación. La amaba sin palabras, pero con tanta fiereza que creo que se quedaba conmigo sólo por eso. Era mi única manera de demostrarle mi amor, de sacar la violencia que me generaba amarla tanto.

De todos modos, ya saben, se cansó. Me dijo que se iba, que se sentía apagada.
Y yo pensé que tanto brillo no podía haberse apagado sin mi permiso, ¿cómo podía ser así? Si yo la amaba…¿había otro, acaso?

Y la confirmación fue la herida que me faltaba en el pecho, como si todo el frío tajante de su distancia, me cortara todo el cuerpo, en pedazos, lentamente.

Así que mientras se alejaba de mí, caminando con las manos en los bolsillos, ignota de mi desesperación, de mi angustia por no saberla más mía, le disparé por la espalda. Y ahí del todo, con mi permiso, sí, se apagó.

Se apagó como una estrella, como lo que era. Pero las estrellas que dejan de brillar, no dejan de brillar y listo. Las estrellas se mueren, se apagan mientras lo hacen, lentamente.

Entonces yo preferí acortarle ese suplicio, esa muerte lenta y dolorosa, ya sin mí a su lado para amarla, aún en silencio. Preferí pasar este infierno solitario, en dos metros cuadrados, esperando hasta que llegue mi momento, antes que saberme solo en la casa y con ella de la mano de otro, sonriendo, caminando por ahí.

8 de diciembre de 2013

Creemos que la caballerosidad no es machismo, y la extrañamos.

Con el tiempo, la mujer no sólo se independizó de estereotipos machistas, se liberó de prejuicios y alcanzó casi plenamente la libertad de ser alguien en la sociedad, sino que también comenzó a cargarse las espaldas con atributos o características que no le pertenecen.

Como todo cambio es bueno, inequívocamente atrae a su opuesto para equilibrar la balanza, y ante cada oportunidad, lo llamado "malo", también tiende a aparecer en escena.

Desde antaño, la mujer fue desenvolviéndose en roles de los que se fue apropiando.

Fue pecando de aprovecharse del hombre cuando éste era sólo una víctima de la brujería, y éste papel más tarde se dió vuelta y el hombre tomó las riendas, quitándole derechos y obligándola a quedarse "en la casa", porque la mujer no era de fiar si se salía de la rutina establecida, si conocía sus poderes, su bruja interna, su Yo Superior.

Gracias a eternos factores, mujeres imponentes y seguramente algunas que han escuchado voces no terrenales, hoy la mujer juega un papel tan importante como el del hombre en la sociedad, y, algunas veces, más importante.

Pero esto no nos es tan favorable como parece.
Hablando en primera persona y del lado que me corresponde, a veces nos tienen miedo.

La mujer tiene libertades que al hombre lo llenan de dudas.
Una mujer independiente, con una profesión, actitud, sin tapujos y honesta, con hobbies, con amigas leales (una de las cosas que más fuerza le da a una mujer es contar con amigas estables y sinceras) que sabe lo que quiere, que se interesa por la cultura, una película, un buen libro y un vino-sin depender de nadie ni para ir al cine -que conoce sus límites y debilidades, y que, como buena "bruja", sabe incluso lo que le pasa al otro, genera tanto interés como dudas.

La sociedad del s.XXI nos ha dado un lugar tan importante como temerario.

El hombre teme acercarse a una mujer que parezca más fuerte que él, o más segura. Tiene acrecentado el miedo al rechazo, a la humillación. Viene con la vulnerabilidad tan exacerbada, que teme hasta expresar su amor por temor a no ser correspondido y salir corriendo aullando como un lobo herido, cosa que también lo ridiculizaría y sólo empeoraría las cosas.

El hombre, sí, se caga en las patas cuando una mujer de este tipo, le gusta demasiado. Y se alivia cuando ésta cae en algún ciclo de inestabilidad o comienza a mostrar sus defectos. Porque ahí se dan cuenta de que también son humanas y llenas de errores.

El hombre cree que la mujer independiente, no necesita de él para cambiar una lamparita, y se aleja.
Y es verdad, no lo necesitamos ni para cambiar las llantas del auto.
Pero eso no quita que por saber hacer algo, no nos guste que se ofrezcan a colaborar, a ser caballeros y darnos la campera cuando refresca, a ponernos del lado de la pared cuando caminamos por la calle, a mandarnos un sms que nos derrita de amor (que equivale a las cartas románticas del s. XVI, pero en menor escala), porque esas cosas, muchachos, nunca pasan de moda.

Ser caballero es respetar a la mujer y cuidarla, amarla como se merece, darle el lugar que le corresponde. No desentraña ningún misterio inalcanzable ni nada que les cambie la forma de ser o vivir la vida, no dejan de ser ustedes por prestarnos atención y cuidados a nosotras.

Y además, porque todos, siempre, necesitamos sabernos queridos. Por más autosuficientes que seamos.

Es tan justo cocinar y poner la mesa para la mujer, como para el hombre. Libérense de tabúes que los tildan de gays (y del miedo a ser calificados o burlados por eso) sólo por equiparar las tareas, por dejar que la mujer haga algo calificado como masculino e, inclusive, por escuchar a su lado femenino y arreglarse para invitarnos a cenar, por mirar las estrellas con nosotras, o por llorar con una película. Eso no los hace menos hombres.

No son menos hombres porque sepamos arreglar el inodoro solas.
No son menos hombres si saben que nosotras nos podemos cuidar, pero se ofrecen a hacerlo de todos modos.
No son menos hombres si nos demuestran cuánto nos aman, o si nos regalan una flor recién arrancada de un jardín.

Son menos hombres cuando se creen superiores y nos maltratan, mental, física o verbalmente.
Cosa que, inconscientemente, hacen porque se dieron cuenta que nosotras ya sabemos el poder que tenemos, y que sabemos cómo usarlo.




PD: Gracias Manu por la charla, la inspiración y la co-creación de esta entrada.

5 de diciembre de 2013

Perfume a hogar.

Hace alrededor de una semana, hice chutney de mango y mermelada de frutillas, para mí.
Es algo que hace rato tenía dando vueltas en la cabeza, y nunca me animaba. Siempre me llamó la atención y jodo con que voy a terminar viviendo en Córdoba vendiendo mermeladas (mucho antes de cocinarlas por primera vez).

Casi en broma, cuando los terminé, subí las fotos a FB.

Y ya vendí un chutney y dos frascos de mermelada de frutilla, lo cual me resulta muy gracioso sin dejar de sorprenderme, porque hacer esto es una tarea casi alquímica, y honestamente, me maravilla.

Me encanta!

Ahora por ejemplo, estoy haciendo mermelada de durazno y lavanda, (de la cual ya tengo un frasco vendido) porque además, amo cocinar con flores.

Más allá de la tarea en sí misma, que era una pequeña cuenta pendiente y se me está transformando casi en un hobby, lo más lindo de todo, es el perfume que hay en casa.

Con ese olorcito dulce, me dí cuenta que donde yo esté, está mi hogar.
Sobretodo si estoy haciendo conservas. :)

2 de diciembre de 2013

"Las mujeres esto, las mujeres lo otro" y otras consideraciones de superioridad masculina.

1)-Las mujeres son exageradas.

Y los hombres no.
Mentira.

Las mujeres les damos a las cosas, la dimensión e importancia que tienen en nuestras vidas, que, claramente, no es la misma que le dan los hombres.

A una discusión de pareja, nosotras le damos la importancia directamente proporcional que la relación tiene para nosotras. Y aunque nos enfocamos en la discusión, así y todo, no podemos evitar relacionarla con libros, estadísticas, análisis psicológicos, y las otras veces que se habló de lo mismo.

Una mala reacción por algo que nos resulta una simpleza, nos pone mal al extremo de pensar porqué esa cosa altera tanto al otro "-¿Acaso pasa algo más que yo no sé?" nos preguntamos. Porque no podemos creer que del otro lado haya habido cierta agresividad cuando el problema era una bo-lu-dez para nosotras.

Y nos perseguimos y preocupamos por el otro, pero cuando estamos ahí, tratando de saber qué pasa ZAS!.
"-Calmate exagerada."

Y repasamos todo hasta el momento en que nos dijeron eso, y a veces nos la terminamos creyendo.
Pero NO.

Ahora, ser exagerada por tratar de entender las reacciones de los hombres ante problemas mundanos o que nos resultan simples, eso sí, es una exageración.

2)-Las mujeres son dramáticas.

En relación directa al punto uno, las mujeres somos las que hacemos un mar de una gotera.
No.

Queremos que entiendan, de mil y una maneras, que no podemos hacer todo lo que queremos hacer, cumplir con todo lo que se nos exige cumplir y encima estar atentas de no pifiarla nunca.
Porque además, si cargamos con la mochila de la autoexigencia y nos cuesta relajarnos, un error remarcado es el apocalipsis.

Estamos constantemente bajo presión, y, si no tenemos a nadie que nos baje un cambio o que sea nuestro cable a tierra, una estupidez que salga mal nos va a hacer estallar los ojos en cisternas y el carácter en hombre lobo.

Y ésa es nuestra manera de actuar: las mujeres pasionales o con vida interior, nunca NUNCA nos quedamos calladas o de brazos cruzados. Le vamos a dar vuelta a la cuestión hasta desenterrar el último huesito y sacarnos la última duda del porqué.
Aunque nos cueste una semana de lágrimas en la almohada.

Porque si nos equivocamos, nos lastimamos mucho. Pero si encima de equivocarnos, los hombres nos señalan el error con el dedo en la llaga, nos hiere mucho, pero mucho más.

3)-A las mujeres no les podés decir nada que ya se enojan.

Nos enojamos cuando las cosas no se dicen, más que con las que sí.

Y si las que se dicen, se dicen:
a) De mala manera;
b) Sin tener en cuenta que también tenemos sentimientos;
c) Remarcando algo que estamos en proceso de cambiar, porque es algo que nos molesta de nosotras mismas;
d) Comparándonos con otras mujeres;
e) Cuando estamos con SPM;

todo, todo lo que digan puede ser usado en su contra.
Notar que los puntos del a al d son los mismos que a los hombres también les gustaría que tengamos en cuenta nosotras.

4) -Las mujeres son complicadas.

Una sola mujer, tiene más de otras 10 mujeres en su interior.
Si pretendés decirle algo a la mujer profesional o a la mujer madre, cuando en realidad se lo debés decir a la mujer-novia/esposa, tratá de bancarte la caca un toque. Esperá el momento adecuado cuando deje de hablar por teléfono con un cliente importante, cuando ya haya dormido al nene o cuando ella ya se haya despertado, por lo menos.

Nos enroscamos, además, porque los hombres no dicen las cosas que los afectan de una, como si mostrarse vulnerable fuera algún tipo de debilidad social. Se callan y prefieren decirlas sólo con el tirabuzón entre los ojos. ( O esperar a que la veamos en nuestra bola mágica)

No sólo dan vueltas para hablar, sino que también procesan todo lo que les resulta importante, tanto como nosotras.
La diferencia es que, las cosas importantes para ellos, se resumen en:
-Su entorno familiar en general
-Su trabajo
-Fútbol
-Organizar el asado/recital con los amigos

Sin embargo para nosotras, si tenemos hijos están primero, pero sino, a los hombres les damos la importancia que creemos que se merecen en nuestras vidas, osea, bastante prioritaria. Si, acá las equivocadas claramente somos nosotras, no?

Y éso nos hace complicadas: darles bola a ellos con cosas que a nosotras nos dejan dando vueltas toda una noche, mientras que los hombres no sólo la olvidaron, sino que si queremos hablar más tarde, el tema "ya fue", aunque nunca se haya cerrado una charla.
Simplemente "pasó el momento", cuando en realidad nosotras preferimos solucionarlo tarde o temprano, por eso volvemos a sacar el tema.

No nos gustan las cosas colgadas en el aire, sin solución.

5)-Las mujeres son gatafloras y no saben lo que quieren.

Acá no hay nada más erróneo.
Y no hablo de adolescentes ni de veinteañeras que ni saben qué quieren estudiar.

La mujer con todas las letras ya sabe todo lo que quiere de su vida. Y sabe de antemano, antes de conocer a un hombre, todo lo que necesita en caso de desarrollarse una relación.
Sabe que el hombre que la hará felíz no tiene importantes rasgos físicos, sino que la manera en la que es con ella es todo lo necesario: que la ame y se lo haga saber, no hay ningún otro misterio.
Allá él cómo se desenvuelve para hacérselo saber a ella, aunque esté implícito, la mujer siempre necesita demostraciones de afecto. Porque reafirman su femineidad, su amor por el susodicho y por la vida misma, por haberle brindado la posibilidad de ser y sentirse amada.

Por otro lado, la mujer sabe bien de qué quiere vivir, qué quiere de acá a 2 años, de acá a 10 y lo que quiere con su entorno.
Sabe qué camino tomar, qué elecciones son las mejores, y hasta qué comer para sentirse bien físicamente.

Sin embargo, a veces cae en trampas de las que no es fácil desenredarse.

Las trampas se burlan de nuestra autoestima.
Si la trampa es muy brava, probablemente nos sintamos decepcionadas, queramos cambiar de rumbo. Si antes no nos gustaban las cirugías, desde que el hombre se babea con esa mina tetona, queremos ponernos 100cc en cada teta, y si tuviéramos lugar para una tercera, también.

Y nos sorprende pensar eso, porque no somos así. Pasa que ahora estamos atrapadas, enredadas en cosas que no somos, que creemos que nos harán sentir más seguras, que superficialmente nos ayudarían, pero sabemos en el fondo que no es así.

Creemos que una pequeña discusión es una muerte segura, y no nos damos cuenta que todos los tipos de relaciones están llenas de momentos de vida y de muerte, de renacimientos.

Nos aferramos a personas y situaciones que nos reaniman, aún cuando ya volvimos a estar de pie. Estamos inseguras y creemos que las palabras de amor o demostraciones de afecto son la solución (y si, en gran parte nos ayudan, y ayudan a que no les "rompamos las bolas", anótenlo por ahí), cuando en realidad el problema siempre es más profundo: nos perdimos. Estamos abombadas, desanimadas, pero ya nos vamos a volver a encontrar, TENGAN PACIENCIA! Que esperar, cuando hay amor, no es ninguna tragedia.

Finalmente, cuando la mujer se da cuenta de que no tiene que estar aferrada a nada ni a nadie, y se suelta, ahí somos gatafloras, somos las cambiantes, las que no saben lo que quieren.

Si antes estábamos muy apegadas a alguien, siendo cariñosas todo el tiempo, y ahora estamos más cómodas sin ser tan inútiles, eso les resulta extraño.

Si dimos mucho amor y nunca nos fue devuelto de la misma manera, o fue ignorado, cuando nos soltamos nos damos cuenta de que es en vano dar algo que al otro no le importa, es casi inconsciente.

Y así con todo, vamos mutando continuamente porque subimos y bajamos la escalerita de la autoestima con mucha facilidad.

Así, cuando más arriba estamos, sin ir al extremo de lo egoico, y estamos bien, equilibradas...ahí somos las que los atraemos, las hermosas, las que ellos aman.

Porque si estamos débiles y necesitadas de afecto, "-Juira bicho!" y casi que nos corren con la escoba para no estar tan melosas, pegotas y exigentes.

El hombre pretende que, si algo le molesta de nosotras, lo hagamos desaparecer de un día para el otro. Como si lo bruja en nosotras pudiera trasmutar todos "nuestros defectos" en virtudes en un santiamén. Igualmente, a medida que lo hacemos, ellos, no tan detallistas, ni cuenta se dan de los cambios graduales.

Dicen perder la fe en que cambiemos, dicen no creer en que vayamos a mejorar.
Yo sólo me pregunto si es que no creen en nosotras, o no creen en ellos mismos. Porque algo tan profundo como un cambio, no puede basarse en el conocimiento de una mujer, sobretodo cuando ella ni siquiera se conoce tanto, aunque lo intente.

Porque nosotras cuando queremos algo, sabemos qué hacer y cómo para conseguirlo/cambiarlo, y también sabemos que todo lleva tiempo, que todas las cosas, animadas o inanimadas, llevan un proceso. Y desde que nacemos vamos cultivando la paciencia.
No sólo para tenerla con nosotras mismas, sino porque estamos preparadas para tenerla con los hombres.

A menos que se haga demasiado tarde, porque tampoco nos gusta esperar toda la vida.

1 de diciembre de 2013

Cómo disfruto a Los Beatles drogada.

Es real.
Cada vez que pongo Abbey Road y me fumé aunque sea un fino, escucho todo como si fuera nuevo.
En I Want You escucho un televisor en ningún canal al final, que me hace ir a la mierda.
En Because percibo nuevos coros y prolongaciones de palabras.
Cuando Carry That Way amanece pegada a Golden Slumbers, me da escalofríos.

Cuando escucho los Beatles drogada, me voy desvistiendo en strip tease aunque no tenga espectador.
A veces imagino que está mi novio y le hago ese baile que no sé si alguna vez me animaré a hacer.

Me voy deslizando por las canciones que contienen casi un universo, nuevo, preñado de asombro, en cada comienzo. Me patino, voy como resbalando plácidamente.

Es esa sensación del ácido en los 60, ese delirio casi místico que te hace acreedor de poderes sobrenaturales, de conexión súper profunda con el espacio, con el todo. Esa autoestima de nerd universal.

Voy bajando el tobogán a medida que el disco se va terminando, alguien me mece entre las corcheas, voy y vuelvo como en una hamaca.

Tengo paz, los 4 me dan paz. Hay más ahí, al fondo del sonido, atrás de todo de la canción. Como si delante estuvieran las voces, en otro nivel está cada instrumento; si fuera a numerarlos diría que en el nivel 5 están las voces, en el 4 el bajo, en el 3 las guitarras, en el 2 la batería y ahí, en el uno, al fondo de todo, en lo carente de luz, el vacío, ésa profundidad de la música como contenedor de muchos silencios juntos, que hacen a la pieza.

Ahí atrás, no hay nada. Acá adelante, tengo todo, y me voy metiendo, hasta el fondo. Hasta el silencio, hasta el universo, hasta el todo, hasta la nada.

She Came in Through the Bathroom Window, y yo me elevo de nuevo, vuelvo de allá, de lo profundo. Y separo cada sonido, cada vocal, cada instrumento. Lo aíslo de los otros y disfruto parte por parte, sector por sector.  Y veo a la oriental entrando por la ventana en Across the Universe.
Disfruto en una pasada, el mismo tema 5 veces. O más. Tengo como 20 oídos.

Pero sólo me pasa con los Beatles, y sobretodo con este disco.

Y me cuelgo.

Me cuelgo.

Me recontra cuelgo.

Y estoy sola en casa y bailo como en un ballet celestial.

Y me agarra hambre. Y ataco las obleas de limón con el dulce de frutilla.
Casero.
Que empecé a hacer el otro día, para mí.
Y del que ya vendí dos frascos.
Cualquiera.

13 de noviembre de 2013

Soy una renegada.

Ni siquiera sé si tengo excusas o motivos lógicos.
Lo único que sé es que vine al mundo a renegar de todo y con todos.
A molestarme con las leyes, a quejarme de las injusticias.
Sobretodo con la sociedad y las tradiciones.
A mí, prácticamente, me indigna todo.

No me gusta que me impongan límites geográficos, ni de tiempo, ni de horarios, ni de edades, de nada.

Probablemente estemos acomodados de acuerdo a los límites que fue imponiendo la iglesia con el correr del tiempo, en una gran parte.

Por ejemplo, no me gusta que por tener 30 años, ya no tenga que salir, no tenga que andar de joda, tenga que vivir con mi novio, tener hijos, un trabajo estable, un auto, la casa y el perro. Tenga que ser "responsable".

Quiero saber por favor, si ser responsable viene de la mano con formar una familia, ser ama de casa, que tu marido labure en una fábrica, irme de vacaciones a Mar del Plata o Las Toninas, y llorar de infelicidad el resto del año.

La sociedad siempre desdibujó a la mujer y el machismo implícito sigue dando por sentadas muchas cosas que ya no van.

La mujer no es la misma, señores.

Gracias a Dios somos muchas las que no nos conformamos, las que queremos más, las que no nos quedamos en casa planchando las camisas, mientras el zángano lee el diario o hace zapping.
No cuestiono a quienes lo hagan, seguramente les guste, pasa que yo no soy así.

Soy parte de las mujeres que quieren aprender, que no se sienten satisfechas como el común de la gente, con lo establecido.

De las que buscan algo más de la vida que hacer guita y vivir de las superficialidades, de las que nos damos cuenta que hay gente que no está bien, que necesita ayuda, que hay cosas que mejorar; que los libros hay que leerlos y no dejarlos juntando polvo en la biblioteca; que hay muchos vinos por probar y música que bailar. Que podemos liberar la voz para cantar, para enseñar, para defendernos, para dar.

Desde que recuerdo, fui pensando siempre para adelante.
Pensaba a qué edad me recibiría, a qué edad me casaría, a qué edad me gustaría tener hijos.
Y todo eso, creo que por suerte, se dió a destiempo.

Creí poder recibirme a los 22 años, pero lo hice a los 27.
Creí casarme alrededor de los 25, pero me dí cuenta que no quiero.
Creí que tendría hijos como mi vieja me tuvo a mí, a los 27, pero por ahora no están ni en mis planes.
De hecho, a veces algunas mujeres se ponen tan boludas cuando tienen hijos, que me dan miedo. Ni hablar de que alguien dependa de vos toda su vida, me cago en las patas.

Con el tiempo todo se fue modificando, y la sociedad me iba apurando con sus preguntas de mierda como:

"-Qué es de tu vida? Te casaste? Tenés chicos?"

No, la reputamadrequeteparió, no me casé porque el amor no es un negocio, ni tengo que firmar un papel para demostrarle a alguien que lo amo.

No tengo hijos porque soy una boluda todavía, y no quiero ponerme pelotuda como tu hija con los suyos, ni que mi vida y mi felicidad sólo dependan de ellos.

Me recibí tarde y todavía quiero estudiar otra cosa, porque antes de formar una familia y traer hijos a esta sociedad del orto, prefiero poder trabajar de lo que amo, y no tener que mulearle a alguien en un trabajo que odio, para darle de comer a mis lobeznos.

Y sí, a mí todo se me dió tarde en la vida, y lo peor es que todavía tengo que seguir esperando mucho más.

Por qué?
Primero porque se me canta el ojete.
Segundo porque estoy con alguien menor que yo, y en el aspecto familiar, ni quiero ni se merece que lo apure.
Tercero, porque SOY FELÍZ viviendo sola, teniendo mis espacios, mis cosas, mis silencios, mis siestas, sin que nadie me prive de dormir, de comer y tomar lo que quiero, de salir y volver cuando se me cante.
Sin que nadie me prenda la tele cuando leo, sin que nadie me tire un juguete por la cabeza, sin que nadie me rompa mis cosas, esas cosas tan de hija única que tengo y cuido como si fueran mi más preciado tesoro.
Y, principalmente, sin que nadie me raye los libros o me rompa los discos.

Soy una inmadura? Probablemente, en un 99,9%.

No soy una persona normal, no quiero lo que todas quieren, no siento las ganas que todas sienten a mi edad.
Yo soy felíz con otras cosas.

Y me duele en el Alma, me lastima, que la sociedad "me apure" y me presione, y se crea con el derecho a cuestionar mi vida y mi felicidad, sólo porque las cosas se me dieron de otra manera, y, simplemente, porque no soy como ellos.

4 de noviembre de 2013

Otra vez.

No soy estable, no soy una persona que siempre está igual, que siempre se siente igual.
No. Yo siempre soy diferente, sin dejar de ser quién soy.

Tengo problemas que tratar con la rutina, con la sociedad, con la gente para la que no existo.
Tengo problemas que hablar con mi cabeza, con las cosas que me callo, con las que me aferro y sé que debo soltar.
Tengo problemas que digerir con mi propio ser, con mi corazón.

A veces siento que no soy yo, que me voy de mí por motivos externos a mi persona. Por situaciones, por otras personas.

Doy demasiado, espero demasiado.
Cuento en demasía con personas que no cuentan conmigo.
Y a veces me encuentro dependiendo de otra persona, pero sintiéndome sola.

Y no es así.

Así que cuando me doy cuenta, me doy la cabeza contra la pared.
Porque yo no soy así, no soy la copia ni gemela de nadie, yo soy suelta.
SUELTA.

Y si ésa es la lección que tengo que aprender, costará pero sé que estoy encaminada.

Porque no aguanto estar aferrada a cosas, a situaciones, a recuerdos, a futuros probables, a personas. Porque me hace mal.
Porque aunque no lo estuviera, quizás dejé de creer en que a la gente le interesa verme felíz.
También porque la felicidad en sí, está dentro mío. Nadie tiene la responsabilidad por la felicidad del otro.

No puedo estar atada a nada. Quizás por no ser lo suficientemente responsable, o por ser demasiado sensible.
Ante el desinterés, ante el desgano o la poca responsabilidad hacia mi persona, yo no puedo quedarme sentada como si nada pasara.
Yo no soy de las que viven esperando cosas que no sabe si vendrán.

No puedo seguir aferrándome a nada, porque no soy así.

Welcome Crisis versión 2013.

30 de octubre de 2013

Me desconoce la gente que me conoce.

Juzgar a mi persona de acuerdo a lo que imaginan de mí, a lo que yo fui o a lo que creen que soy, NO ES YO.

No pretendo que la gente quiera como yo.
No pretendo que la gente se exprese como yo.
No espero que la gente sea como quiero yo, porque no me gustaría que alguien me quiera amoldar a su vida o forma de ser. Y porque todos tenemos libre albedrío.

Y aunque tenemos libre albedrío en esta dimensión, hay gente que todavía no lo entiende.

El libre albedrío te hace estar con quienes estás, o alejarte de quienes te quieras alejar.
Te hace decidir con quiénes compartís tus vida.
Te deja elegir qué comés, con quién, a qué hora, qué vas a hacer, cómo, dónde, cuándo, etc...
El libre albedrío es eso, LIBERTAD DE ELECCIÓN.

Libertad de elegir conocer a las personas, en lugar de suponer que son como creés o querés que sean.
Libertad de estar cerca o alejarte.
Libertad de hacer felíz a alguien, o no.
Libertad de vivir solo o acompañado.
Libertad de compartir tu vida, o no.
Libertad de salir corriendo cuando te asustás, o de afrontar las cosas.
Libertad de amar u odiar.
Libertad de dejar que las cosas te sobrepasen, o de relajarte y dejarlas fluir.

No quiero que la gente que me rodea crea que soy algo, que en realidad no soy.
Espero que sólo abran los ojos y acepten conocerme, y acepten mis mutaciones, porque desde que recuerdo, vivo cambiando.
Y elijo mejorar día a día, cueste lo que cueste.
Eso no quiere decir que sea buena persona o que sepa hacer siempre felices a los que me rodean, porque, claro, yo también me equivoco.
Y estaría bueno que los demás también sepan reconocer cuando se equivocan, sino son todos perfectos y yo soy la única boluda!

Espero simplemente que la gente me haga saber que disfruta de mi compañía, que la anhela, que es felíz conmigo.

Que la gente que quiero me demuestre, como pueda, que soy importante para ellos, que me hagan sentir querida como yo hago con ellos.

Porque ser, no es lo mismo que hacer.
Ser como uno es, no es lo mismo que hacer lo que uno puede o siente o quiere hacer.

Y, a menos que seas un ser súper egoísta y orgulloso, o un adolescente en plena pubertad que se está autoconociendo, hacer cosas que no cambian tu manera de ser, no significa morirte.

La gente es tan trágica, que cree que hacer algo por el otro significa dejar de ser uno mismo y estar obedeciendo.

Dios mío, cuando se habla de amor nadie entiende nada.
Yo tampoco.

12 de septiembre de 2013

Té con leche.

Me interno en la cama porque estoy cansada.
Me veo los últimos capítulos de una serie nueva, otros viejos de otra que me gusta mucho.
Pero sigo cansada, se me cierran los ojos.
Miro las series y creo que no voy a pensar.

Insisto en que no pienso, pero sí, el inconsciente sigue funcionando, hay algo que no se calla, que no permite que me relaje.

Me quiero dormir.
Apago la compu, saludo a mi novio hasta mañana.

Pero me duele demasiado la cabeza, ésa, la que estuvo pensando de todos modos.
Lloriqueo entre las sábanas y pienso en porqué todo se me hace tan difícil últimamente, en porqué no puedo finalmente estar en paz. Conmigo y con los otros.

Me levanto, me pongo a buscar ideas para mi nuevo proyecto de cuadernos artesanales, leo blogs.
Me hago un té con leche, deseándolo con galletitas rotas adentro, herencia de mamá.

Y cuando vuelvo caminando hacia la compu, me doy cuenta de cuánto me gusta ese color que tiene, ése "té con leche" que, no sé porqué, con sólo mirarlo me calma. Lo huelo, ya con las galletitas es inconfundible.

Me doy cuenta que mis preocupaciones son sólo futuras y que no las puedo controlar, que todo me dice hace meses que sólo fluya y deje fluir.
Que suelte.

Y sigo pensando en que el té con leche, me hace acordar a mi vieja y entonces se me pasa todo, como si ella a veinte cuadras de distancia lo supiera, y me estuviera diciendo que todo va a estar bien y que, por mi salud, deje ya de pensar tantas estupideces.

4 de septiembre de 2013

El lobo herido.

El lobo herido se aleja de la manada.

Se echa a correr como puede y se esconde, no quiere que lo vean así porque sería un síntoma de debilidad y podrían matarlo; además también podría ser alimento para depredadores más grandes.

Está herido y le duele, llora por las noches, se lame las heridas, espera a que amanezca para ver si encuentra algo de comer y así poder llegar a sanarse con los días.

Pero el lobo no tiene capacidad de razonamiento, así que su instinto es el que le dice la mejor manera de cuidarse, dónde esconderse, cómo comportarse.

Lo bueno es que el lobo no habla, entonces mastica su dolor y cuando está curado sale al mundo como nuevo.
Y la herida queda atrás, pero inevitablemente ya ha dejado una marca.
Aunque el lobo ni la recuerde.

31 de agosto de 2013

Alejo Ledesma.

En Alejo Ledesma hay paz.
Los nenes van caminando solos a la escuela, los locales tienen las puertas abiertas a cualquier hora, la gente te saluda por la calle, todos tienen una sonrisa para el otro, se escuchan los pájaros, hay muchas bicicletas y pocos autos.

Es un pueblo de 3000 habitantes. Hay mucho silencio, del lindo, también.

No necesito aclarar que no hay inseguridad, quizás la sorpresa me asombró como no debería haberlo hecho.

Veo una nena que está yendo a la escuela, en bici, con la mochila a cuestas.
Frena la bici al lado del bicicletero de la Parroquia, ni siquiera dentro del mismo. Pone la patita, se acomoda la mochila, se va a la escuela que está al lado.

Pasan casi tres horas y yo me tengo que volver.
La bici, inmutable.

Y seguramente la nena haya salido a las cinco de la tarde, y se haya vuelto a su casa en la bici, porque vive en un pueblo educado.

29 de agosto de 2013

El amor.

Quizás lo más loco del mundo, es cuando dos personas se atrajetean y cumplen con lo exquisito del parapernófilo de la ridiculancia masóvica del amor.

Se miran, jogorrean, atrascatan sin prudencia.

Compliquitrolan la vinivilancia de un mundo catórrico y truscado, como si no importara nada más que su disirricoidea emicostal.

De repente, una yugulosca sale de la nada. Parece que los frugalea pero no, les sirve para quintiguarse, para acercarse al opulentizamiento irigorte de la madrugada.

Pero hay amor, y eso es lo único que importa.

28 de agosto de 2013

Campana.

Mi ciudad es linda. Pero no se siente bien.

Tenemos río, tenemos plazas y espacios verdes.
Tenemos escuelas, teatros, catedrales, pulpería, restaurantes, pizzerías, bares, heladerías.
Como en todas las ciudades.

También hay gente copada y gente de mierda; hay gente que siempre te da una mano y otros que te la quitan, pero eso no es lo importante porque uno ya sabe quién es quién, y sabe a quién acercarse y a quién no.

Lo importante es que acá la mayor fuente de trabajo y lo que ha generado que la ciudad crezca tanto, son las fábricas.

Tenaris con sus tubos de acero, la Esso con sus derivados del petróleo, Cabot con sus porquerías de carbón, y Carboclor con solventes, alcoholes, destilados, ácidos y otros contaminantes...

En fin, así como "dan de comer" a muchos, me doy cuenta de cuánto entristecieron la ciudad.

No hablo del aspecto físico o geográfico solamente; más allá de los cielos grises y sus chimeneas de nubes tóxicas, lo que indigna es que todas lindan con el río y el pobre se come todos esos desechos...

La tierra y el agua pagan el pato acá.
Nos daban de comer y ahora lo que nos da de comer los destruye.

La tierra sufre, llora, le duele.
Está sucia, cansada, agotada.
Se la ve triste y desganada, como si no tuviera esperanzas. Está tan contaminada que las plantas crecen a duras penas.

El aire genera una cantidad increíble de alergias y enfermedades, y el nivel de cáncer supera ampliamente a otras ciudades vecinas.

No voy a entrar en detalles ni en estadísticas, solo diré que la ciudad sería mucho más pura y limpia, si no hubiera crecido tanto.

Una gran paradoja.

26 de agosto de 2013

Miz amigoz loz ezpezialez.

Cuando a veces salgo de mi lugar normal, empiezo a mirar todo de manera diferente.

Y me doy cuenta de que cada persona tiene una virtud y un defecto muy claros, y siempre, pero siempre, tienen alguna frase o actitud que los define, quizás no en profundidad, sino en un pequeño aspecto que nos hace identificarlos.

Así como tienen esas cosas mis amigos, que son claramente muy especiales. No me voy a poner a clasificarlos ni a decir qué defecto o virtud tienen, porque realmente eso no me importa.

Pero si pienso en ellos, los imagino enseguida con la siguiente frase o actitud:

Juli
Como a los 5 años, sacude todo el cuerpo cuando patalea haciendo ese ruidito de mierda de nena caprichosa -mezcla de llanto fingido con ruidos de otro planeta- que me tienta tanto que hasta me dan ganas de pegarle.
O, se dá vuelta de golpe, cual Susana en la publicidad de Shock, pero diciendo "QUÉ?!", así sea que escuchó algo bueno, malo o un chusmerío que no sabía.

Sole
Su frase no es más ni menos que: "Y vos pensás eso?", que en realidad es el comienzo de un análisis exhaustivo del tema inherente, y que termina haciéndote ver que no, que pensás otra cosa o que por lo menos la otra cosa es mejor de la que pensabas previamente. Te hunde el cuchillo de la verdad, siempre.
Su plan B consiste en decir que si a algo que todos decimos que no. Y termina teniendo razón.

Gato
Tiene el superpoder de que la gran mayoría de las cosas que a un ser humano normal exacerban, le chupe un huevo.
Pero siempre que algo le resulta injusto te manda un "Le vas a hacer causa por eso, pobre loco/a?"
Su frase debería ser "Vive y deja vivir". Y se la tendría que tatuar en alguna mitocondria. (?)

Nico
Nico además de sensible, es hipocondríaco, o se hace. Cuando estás hablando de una enfermedad, un accidente, una mina muy linda o cualquier otra cosa, se apoya la mano en el pecho y dice "Ay, pará boluda..." y siente los síntomas previamente hablados; o quizás la charla se ve que le tocó alguna fibra interna que el resto de mortales no tenemos.

Ana
Ana no dice, Ana mira. Y tiene un catálogo tan definido de miradas, que no podemos no darnos cuenta de cómo le cayó eso que dijimos.

Lauri
Lauri probablemente haya tergiversado todo lo que hablamos, o haya escuchado la mitad. Así que aunque hayamos estado planeando el próximo cumpleaños o la tercer guerra mundial, ella va a tener una sonrisa en la cara y una actitud conciliadora, a la vez que dice: "Yo hago brownie!" (y lo dice cantando capaz)

Eleo
No tengo más nada que decir que "Ay, qué hija de puta, sos una manga de yegua!"

Nati
"Agustín, QUÉ ESTÁS HACIENDO??!!!" es la frase que la estaría caracterizando últimamente. Si hay actualizaciones, las instalo y aviso.

25 de agosto de 2013

La práctica de la soledad deliberada.

"La soledad no es ausencia de energía o acción tal como algunos creen, sino una abundancia de provisiones salvajes que el alma nos transmite. En tiempos antiguos, tal como sabemos a través de los escritos de los médicos—sanadores religiosos y místicos, la soledad deliberada era no sólo paliativa sino también preventiva.

Se utilizaba para curar la fatiga y prevenir el cansancio. También se usaba como oráculo como medio para escuchar el yo interior y pedirle unos consejos y una guía imposibles de escuchar en medio del estruendo de la vida cotidiana.

Las mujeres de la antigüedad y las modernas aborígenes solían crear un lugar sagrado para esta clase de comunión y búsqueda. Dicen que tradicionalmente se establecía durante el período menstrual de las mujeres, pues en estos días una mujer vive mucho más cerca de su propio conocimiento que de costumbre; el espesor de la membrana que separa la mente inconciente de la conciente se reduce considerablemente. Los sentimientos, los recuerdos, las sensaciones que normalmente están bloqueados penetran en la conciencia sin ninguna dificultad.

Si una mujer se adentra en la soledad en este período, tiene más material para examinar.

[...]

Si practicamos habitualmente la soledad deliberada, favorecemos nuestra conversación con el alma salvaje que se acerca a nuestra orilla.
Y lo hacemos no sólo para "estar cerca" de la naturaleza salvaje del alma sino también, como en la mística tradición de tiempos inmemoriales, para hacer preguntas y para que el alma nos aconseje.

¿Cómo se evoca el alma? Hay muchas maneras: por medio de la meditación o con los ritmos de la carrera, el tambor, el canto, la escritura, la composición musical, las visiones hermosas, la plegaria, la contemplación, el rito y los rituales, el silencio e incluso los estados de ánimo y las ideas que nos fascinan. Todas estas cosas son llamadas psíquicas que hacen salir el alma de su morada.

[...]

En realidad, lo único que hace falta para alcanzar una soledad deliberada es la capacidad para desconectarse de las distracciones. Una mujer puede aprender a aislarse de otras personas, ruidos y conversaciones, aunque se encuentre en medio de las discusiones de un consejo de administración, aunque la persiga la idea de que tiene que limpiar una casa que está patas arriba, aunque esté rodeada de ochenta locuaces parientes que se pasan tres días peleándose, cantando y bailando en un velatorio.

Cualquier persona que conozca lo que es la adolescencia sabe muy bien cómo desconectar. Si ha sido usted madre de un niño insomne de dos años sabe muy bien cómo alcanzar la soledad deliberada. No es difícil de hacer. Lo que cuesta es acordarse de hacerlo.

Aunque probablemente todas preferiríamos visitar nuestro hogar de una manera más prolongada, marcharnos sin que nadie supiera dónde estamos y regresar mucho después, también es útil practicar la soledad en una sala ocupada por mil personas. Puede resultar raro al principio, pero lo cierto es que las personas conversan constantemente con el alma. Sin embargo, en lugar de entrar en este estado de una forma conciente, muchas caen en él de golpe a través de un ensueño o "estallan" de repente y se "encuentran" en él sin más.

Pero, puesto que normalmente se considera una circunstancia desafortunada, hemos aprendido a camuflar este intervalo de comunicación espiritual designándolo con términos mundanos tales como "hablar con una misma", estar "perdida en los propios pensamientos", tener "la mirada perdida en la distancia" o "pensar en las musarañas". Muchos segmentos de nuestra cultura nos inculcan este lenguaje eufemístico, pues por desgracia ya en la infancia se nos enseña a avergonzarnos si nos sorprenden conversando con el alma, sobre todo, en ambientes tan pedestres como el lugar de trabajo o la escuela.

[...]

La unión con el alma nos hace brillar de resplandor espiritual y nos induce a afirmar nuestras cualidades cualesquiera que éstas sean. Esta breve e incluso momentánea unión deliberada nos ayuda a vivir nuestras vidas interiores de tal forma que, en lugar de enterrarlas en el autotrastocamiento de la vergüenza, el temor a la represalia o al ataque, el letargo, la complacencia u otras reflexiones y excusas limitadoras, dejemos que nuestras vidas interiores se agiten, se enciendan y ardan en el exterior para que todo el mundo las vea.

Por consiguiente, aparte del hecho de adquirir información acerca de cualquier cosa que deseemos examinar, la soledad nos puede servir para evaluar qué tal lo estamos haciendo en cualquier esfera que elijamos.  [...]
El siete se considera a menudo un número femenino, un número místico que representa la división del ciclo lunar en cuatro fases equivalentes al ciclo menstrual. El cuarto creciente, la luna llena, el cuarto menguante y la luna nueva. En las antiguas tradiciones étnicas femeninas, en la fase de la luna llena se tenía que analizar la propia situación: el estado de las amistades, de la vida hogareña, del compañero y de los hijos.

Nosotras también podemos hacerlo durante nuestra fase de soledad, pues es entonces cuando reunimos todos los aspectos del yo en un momento determinado, los sondeamos y les preguntamos, para descubrir qué desean ellos/nosotros/el alma en aquel momento y, a ser posible, buscarlo. De esta manera tanteamos nuestra situación presente. Hay muchos aspectos de nuestra vida que tenemos que evaluar con carácter continuado: el hábitat, el trabajo, la vida creativa, la familia, la pareja, los hijos, el padre/la madre, la sexualidad, la vida espiritual, etc.

La medida utilizada en la valoración es muy sencilla: ¿qué es lo que necesita más? Y: ¿qué es lo que necesita menos? Preguntarnos desde el yo instintivo, no con una lógica formal, no a la manera del ego sino a la manera de la Mujer Salvaje, qué trabajo, ajustes, flexibilizaciones o acentuaciones se tienen que hacer.

¿Seguimos todavía el rumbo que debemos seguir en espíritu y en alma? ¿Se nos nota por fuera vida interior? ¿Qué tenemos que entablillar, proteger, lastrar o aligerar? ¿Qué tenemos que desechar, mover o cambiar?

Tras un período de práctica, el efecto acumulativo de la soledad deliberada empieza a actuar como un sistema respiratorio de vital importancia, un ritmo natural de adición de conocimientos, introducción de pequeños ajustes y repetida eliminación de lo que ya no sirve.

Se trata de algo no sólo poderoso sino también pragmático, pues la soledad ocupa un lugar muy bajo en la cadena alimenticia; aunque la intención y el seguimiento cuestan un poco, es algo que se puede hacer en cualquier lugar y momento.

Con el tiempo y con la práctica, empezarás a formular espontáneamente preguntas al alma.

Algunas veces sólo tendrás una pregunta. Otras veces no tendrás ninguna y sólo querrás descansar en la roca cerca del alma y respirar con ella."

Clarissa Pínkola, Mujeres que Corren con los Lobos, cap.9.

18 de agosto de 2013

"-Oootro gatoo!"

Vino un gato.

Recién había colado los fideos y los había tirado al plato con manteca. Les estaba por echar queso untable -porque amo las mezclas pegajosas y los fideos pasados- y afuera de mi puerta maullaba un gato.

No nos es permitido tener mascotas.
Quizás por el barullo, quizás porque vivimos en una época futurista, automática y mediatizada donde los animales no son bienvenidos por la ausencia de la capacidad de comunicarse con el habla.
Pero igual nos hablamos, y nos entendemos.

Le abro la puerta, entra tímidamente, se deja acariciar con recelo.
Como unos fideos y lo vigilo con la mirada; no sea cosa que no sepa decirme que quiere hacer pis y termine llenándome de ése olor ácido que tiene el orín de gato, algún mueble.

Soy hija única. A veces, cuido las cosas como si fueran a morirse sin mi cuidado. Lo mismo para una pareja, para una planta, para mi mamá, para mi colección de piedras o para un mueble que puede ser meado por un gato. No así al mismo gato, porque no me pertenece.

Hago "click".
-El gato no me pertenece- pienso.

-Andá a tu casa- le digo después de verlo retozar en el piso como si fuera un humano en un sillón masajeador.

No quiere salir. Le chisto, y me mira como diciendo "-Ya?"
-Si, tan pronto- le respondo telepáticamente.

No me hace caso. Lo alzo y lo pongo del lado de afuera de la puerta, con la excusa del pis, la de la pertenencia y la de "tenés que ir a tu casa, ésta no es".

Me mira con los ojos grandes e intenta volver a entrar. Le entrecierro la puerta, lo sigue intentando.
Tengo hambre y se me enfrían los fideos.
Quiero comer y el gato quiere volver a entrar.

Me siento una descorazonada, pero finalmente le cierro la puerta. Desaparece sin más, no lo escucho maullar ni insistir.

Me meto de a rollos los fideos tibios en la boca.

"Pertenencia.
Otra ridiculez del ego.
¿Quién te dijo que ese gato tiene casa?
Pensaste en que no le podías dar nada de comer porque tu comida no era "apta" para un gato, pero ni intentaste convidarle de tu fideos, acaso pensando que el pobre animal vino por un poco de comida. Vino a darte un poco de amor porque sabe que no te estás sintiendo bien, quizás para demostrarte que no sos tan egoísta.
Pero no, lo echaste y lo dejaste afuera con el frío, sin comida, pensando que tiene una casa adonde ir sólo porque no parece un gato callejero, porque puede "pertenecer" a algún vecino y tener "su" casa.
Pertenencia.
Qué ridiculez.
Nadie le pertenece a nadie, nada te pertenece. Ni un gato, ni tu novio, ni siquiera tu mamá. Ni tus libros ni tus discos.
No sos dueña, nadie es dueño. De lo único que podés jactarte que es tuyo es de tu Conocimiento, y aún así, estar jactándote sería una muestra del ego.
El gato es de la tierra, de la vida, y por un rato pudo ser tu compañía.
Pero en lo más profundo lo alejaste por tu miedo a encariñarte, porque las cosas van y vienen como en un ciclo, y cuando se van es cuando más te duele. Así que lo echaste por tu miedo, porque el gato podía quedarse a darte amor y no lo aprovechaste, preferías evitar el hecho de que luego se iría y lo extrañarías.
Tenés que aprender que, como dije, ni las cosas ni las personas ni los animales pertenecen a nadie.
Tenés que aprender a moderar las ansias, a superar las pérdidas, a solventar el amor con tu luz.
Tenés que aprender, sin duda, que el amor no tiene tiempo, y que siempre está.
Esté el gato físicamente con vos, o no."

Y me llené y me sobraron fideos, la ración justa para un gatito de ese tamaño.

16 de agosto de 2013

Números, fechas y causalidades.

No casualmente encontré un libro "guía" en mi librería preferida, sin siquiera saber que existía ni conocer la pareja de autores.
Lo comencé a leer un 25 de julio, y el libro narraba un suceso que les cambió las vidas a los autores (que son marido y mujer) un 27 de julio.
Lo compré porque la noche anterior había soñado con el número 332 y el libro me hablaba de lo mágico del número 333. Sí, me dejé llevar.
Y sin embargo es un libro guía, como dije, porque me sacó un montón de dudas y me hizo más fuerte.
Se llama "El mundo de los Guías II" y lo escribieron Patricia Arca Mena y Gustavo Masutti Llach. Actualmente conseguí el primer libro y lo estoy terminando. (si, suelo hacer cosas al revés, vivo de contrera)

Por otro lado, hace tiempo estaba convencida de que debía ver determinada película. Hoy finalmente la cargué online.
Qué me pasó?
La empecé a ver antes de las 00hs, de modo que era 15 de agosto. Al principio de la película, dicen que "ayer fue 13 de agosto". Nuevamente la diferencia de dos días.

Nada me sorprendió más cuando siguiéndole el hilo, hablaba de una chica que tenía un blog, quería ser escritora, le gustaba cocinar y...un suceso crítico pasa un 7 de febrero. El día de mi cumpleaños.
Acaso me dejo llevar por tantas boludeces? Sí, claramente.

Julie & Julia es una historia real, lo cual me llenó aún más de emotividad y terminé lloriqueando de emoción como si todo eso me pasara a mí.

Y lo más loco, es que los números me están rodeando últimamente (me siento como Jim carrey en "El número 23", pero un poco menos psico) y tanto el libro como la película me dejaron bastante marcada.

Casualidad?

28 de julio de 2013

Acá...

...saliendo de mi zona de confort y dándome cuenta de lo diferente que se ve la vida.
Acá, tratando de vivir como escribo.

25 de julio de 2013

Ponele.

Ponele que mañana nos morimos todos.
O se mueren todas las personas que queremos.
Y así quedamos, con tantas palabras en la boca, con tantas cosas que no hicimos, metiéndonos el orgullo en el ojete.
Pero todavía estamos vivos.
El ser humano es un pelotudo.

Soñar.

Estaba yo en una terminal de ómnibus, pagando la boleta de $32 y monedas del gas de este mes, con tarjeta de crédito, a lo que me dan un ticket (ticket to ride??) para firmar, que me solicitaba datos extraños, en este orden: FIRMA, ACLARACIÓN, NOMBRE (no te lo aclaré ya?), DNI, MÚSICA (para esto esperé a la chica que me lo dió y le consulté si realmente tenía que poner el estilo musical que escucho) y otros datos bizarros.

Es viernes, de día, pero sin embargo es de noche. Vieron como son los sueños en los que el tiempo es pero no es, y viceversa.

Miro el celular esperando un mensaje de él. Es viernes a la noche y salió con sus amigos.
Pero me doy cuenta que es un mensaje que no va a llegar nunca, porque ahora estamos separados.
Y pienso -si, en el sueño-que en la realidad hacía rato no lo hacía, a menos que fuera para responderme uno que yo le había enviado previamente.

Ya no me enviaba mensajes como antes haciéndome notar que la estaba pasando bien, y sin embargo, me extrañaba o pensaba en mí. Sin siquiera hacerlo literal, un mensaje, para mí, era señal de que mi persona andaría por algún recoveco de su mente, y eso simplemente me hacía felíz.

Pero no. El mensaje no llega y alguien me hace escribir un sobre con el nombre y dirección del destinatario, que es una mujer llamada Cizvina (yo creía que era Silvina mal escrito). Otra vez datos muy extraños, un número en el ángulo superior derecho -668-, una dirección que empezaba con "Mar..."
Lo termino y viene mi colectivo.

Me subo, y estando adentro me veo desde afuera, y el colectivo es rojo con detalles blancos.

Así, sabiendo que me estoy yendo y que nos estamos perdiendo, hay un mensaje que nunca llega.

Paso por la calle San Martín de Campana, y una señora de cabeza gigante parada en una vereda, con anteojos de marco rojo oscuro pero traslúcidos, que me recuerda mucho a mi tía, me saluda con una sonrisa enorme. Está en San Martín 332, según observo.

Estoy parada en el colectivo que sigue su curso.

Y me voy.

24 de julio de 2013

El parte del martes. (?)

Si si, respiro.
El caloventor capaz me está sacando un poco de aire, así que de a ratos lo apago.

Pero estoy bien, estoy en procesos.

Más que nada estoy aprendiendo a SOLTAR.
Y estoy hablando..."sola". Me hace bien. Muy.

Y por otro lado, si: estoy aprendiendo a vivir como escribo.

No por egocéntrica, ni porque crea que escribo como los dioses, lejos estoy de escribir "bien", pero cuando escribo soy realmente yo, tomo pausas, pienso lo que digo, soy valiente, viajo por el mundo, sueño y vivo en el Universo, no sólo en la Tierra.

Cuando escribo soy libre, no tengo límites, avanzo y cuando retrocedo es hacia algo lindo, agradable. Voy y vengo en el tiempo y vivo como quiero.

Cuando escribo saco todo lo que tengo adentro, por eso me resulta más fácil incluso que hablar.
A la gente no le gusta, no se acostumbran, porque parezco cobarde, y tienen razón.
Evito la confrontación que me hiere, porque temo no ser escuchada, porque no puedo hablar sin llorar a veces.
Y ésa soy yo, y sé que cuando escribo, la gente "me escucha".

Cuando escribo uso la intuición, porque no estoy sola. De hecho, nunca estoy sola. Bueno, quizás sí físicamente, no sé si me explico.
Cuando escribo uno, integro, mezclo todo lo que absorbo. Doy y recibo aunque suene ridículo.

Cuando escribo no necesito a nadie que me comprenda, no necesito consejos ni opiniones. Soy yo, y punto.

Soy muy sensible a los ruidos fuertes, a las multitudes, a todo. No puedo ver noticieros, me indigna la sociedad como está. Me cuesta encajar cuando salgo afuera. Y eso en parte, me hace alejarme.
A qué? A escribir. Por eso siempre me desahogo de esta manera.

Me gusta el silencio, me gusta estar conmigo. Me gusta vibrar como lo hago y equilibrarme sola, me gusta la luz.
Y me doy cuenta que escribir me libera, me hace fuerte.

Así que por todo eso, y más, estoy aprendiendo a vivir como escribo, a sacar estas palabras y supuestos hechos, para afuera.
A soñar y vivir lo que sueño.
Que no es poco.

23 de julio de 2013

Me atormenta tu amor que no me sirve de puente, porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás.

"-Vos no podrías -Dijo La Maga- Vos pensás demasiado antes de hacer nada.
-Parto del principio de que la reflexión debe preceder a la acción, bobalina.
-Partís del principio - Dijo La Maga-. Qué complicado. Vos sos como un testigo, sos el que va al museo y mira los cuadros. Quiero decir que los cuadros están ahí y vos en el museo, cerca y lejos al mismo tiempo. Yo soy un cuadro, Rocamadour es un cuadro. Etienne es un cuadro, esta pieza es un cuadro. Vos creés que estás en esta pieza pero no estás. Vos estás mirando la pieza, no estás en la pieza."

16 de julio de 2013

Yo no me pinto los labios de rojo.

No me considero una mina sexy.

Y no, yo no me pinté nunca los labios de rojo, más que a los 5 años cuando me pintarrajeaba la cara como si me hubieran disparado con la escopeta de Homero.
Tengo los dientes chuecos y el labial rojo sólo llamaría la atención al pedo.

Nunca usé base de maquillaje y menos cubreojeras.
"A mí si alguien me va a querer, que me quiera como soy".
Soy así, pálida y con ojeras que denotan que no siempre duermo bien.

No me gusta usar minifaldas, me resulta incómodo. Más allá de la celulitis que a todas nos trauma, a mí dame polleras más o menos a la rodilla o más abajo.
No, no soy Testigo de Jehová.
Simplemente me gusta ser natural y no puedo serlo con una pollera que me limite los movimientos. Si me quiero sentar en el piso, no quiero hacerlo practicando una pose de yoga para que no se me vea la chabomba.

Nunca me vestí de gato. Ni minifalda, ni botas blancas, ni transparencias. Hay cosas que prefiero dejar que me conozcan en la intimidad, y que además no me interesa vestir.
Mucho menos usar las tres cosas juntas.

Nunca fumé para hacerme la sexy.
Porque además cuando lo hice fue en muy pocas etapas de mi vida y por suerte nunca agarré el vicio.
Además a las únicas mujeres que fuman y que soporto son a mi vieja y a mis amigas, a las pocas que fuman.
Pero al resto, verlas fumar como si fuera sexy mientras te estás matando de a poquito, mmm, no, no me resulta para nada agradable. Me parecen muy gilas.

No soy 90-60-90, ni mido 1.70mt.
Pero aprendí a llevarme bien con mi cuerpo y, la verdad, con gustarle así al hombre que amo, me basta y me recontra sobra.

No tengo linda nariz.
Me hago cargo: mi nariz de perfil es una griega cagada a palos, y de frente se ensancha cuando río.
Pero es mía, y no la pienso modificar con nada.

No uso escotes abundantes.
Para mí no es necesario mostrarte lo que tengo. Ni a los hombres para atraerlos, ni a las mujeres para competir.
De hecho el tema físico no es tan primario para mí.

No soy rubia.
Y claramente nunca lo sería.

Y finalmente, no necesito ni vestirme como putita, ni maquillarme como una Barbie, ni tener maneras de ser sexies.

Porque las cosas que me interesaron conseguir en la vida, siempre las logré usando otros métodos.

La cabeza, por ejemplo.

5 de julio de 2013

Las carreras que no seguí.

Siempre fuí multifacética, y siempre me gustaron e hice un montón de cosas, a veces que nada que ver tenían una con la otra, y cuando estaba terminando la secundaria, a la hora de elegir una carrera, se me hizo un quilombo bastante entretenido.

Miren qué diferente de la diseñadora gráfica que soy hoy, podría haber sido:

-Bióloga Marina: Tengo la guita suficiente como para irme a estudiar a Puerto Madryn. Sueño con recibirme trabajando allá, y luego tener el culo de irme a trabajar a las Islas Galápagos. Ahora me estoy rascando la entrepierna tirada en la playa mirando el amanecer.

Pero probablemente en la facultad me enamoraba, me quedaba preñada a los 6 meses de salir con el muchacho y hoy tendría 3 pibes, no habría terminado la carrera, y viviría con mis viejos y los pendejos acá en Campana.

-Escritora: Escritor no se estudia, pero en mi caso hubiera estudiado Letras.
Escribo libros re interesantes y soy una escritora reconocida mundialmente, lo que me lleva a viajar por todo el globo y conocer miles de culturas.

Pero probablemente me aburría de tanto hippie que no estudia y sólo milita, me agarraba a las piñas con alguno que me rompiera mucho las pelotas, y me echaban de la facultad.

-Publicista: La pegué. Me garpé una universidad privada, antes de recibirme entré en una agencia, y hoy estoy llena de guita y generando ideas consumistas a lo loco.

Pero probablemente: 1) Me cansaba de viajar en bondi a Capital.
2) Me agarraba una crisis existencial, al darme cuenta que todo lo que hacen los publicistas es mejorar lo que se tiene que vender, que es inmejorable. Pateaba el tablero en la agencia, los recagaba a puteadas a todos por garcas,  y me volvía llorando en el Chevallier a la casa de mi vieja.

-Criminalística: Soy la reina de Criminal Minds Argentina. Y soy la más inteligente del equipo descubriendo casos dificilísimos.

Pero probablemente me mostraban el primer cuerpo desmembrado y vomitaba en plena clase. Dejaba la carrera al mes y medio.

-Comunicación Social: Soy una periodista existosa, trabajo para la National Geographic y me mandan a todas partes del mundo. Gano premios, tengo casa en Pretoria y en Bali, marido y 3 hijos hermosos. Me limpio el culo con dólares.

Pero probablemente: Descubría lo mentiroso que suele ser el periodismo. Ocultaban tantas cosas que me indignaba ser parte de ellos. Les exigía que dejen de venderse, boqueando y pidiendo justicia por todos lados. Me secuestran a la familia y exigen que me calle la boca. Me mudo silenciosamente a Guinea y nadie recuerda mi caso en un par de años.
No me aceptan el CV en ningún lado por quilombera y botona.

Esta carrera la empecé dos veces: Mientras estudiaba diseño, y después de haber terminado. Las dos veces la dejé porque me daba paja ir a clase los sábados, de 7 de la mañana a 5 de la tarde. Flojita. Lo volvería a hacer todo igual seguramente.

-Fotografía: Me recibo en Motivarte y mis fotos son premiadas en todas las exposiciones. Me llaman para dar entrevistas de diferentes medios y la gente me compara con Marcos López. Me llaman -otra vez- de la National Geographic y me voy al Congo a cubrir la vida de los monos tití. No tengo hijos porque rompen las pelotas para viajar y mariconean si me voy mucho tiempo. Me jubilo exitosamente con una pensión que le da de comer a los 10 hogares de niños y 15 de animales que puse alrededor del mundo.

Pero probablemente: 1) Me cansaba de viajar en bondi a Capital. Sí, siempre es una opción.
2) Me peleaba con alguna compañera cheta que me cansaba con sus preguntas estúpidas y le partía la cámara (de ella) en la cabeza. Me echaban de la facultad. Volvía a Campana y entraba a trabajar en el Coto como cajera. Lloraba todos los días, iba a la psiquiatra para calmar mi agresividad y vivía empastillada.
3) Se me caga la vista re mal y tengo que operarme de cataratas a los 25 años. La NG me rescinde el contrato y no puedo ni hacer sociales hasta recuperarme. Cuando me recupero, mi vieja había vendido la cámara para garpar la operación.

-Chef: Tengo mi propio restaurant en Palermo Hollywood, 25 empleados, 3 sucursales en Capital. Una casa en San Isidro, y otra en Córdoba. Estoy construyendo en el nordeste de Brasil una cabañita para vacacionar, y tengo otras que alquilo a turistas.

Pero probablemente un empleado disconforme con mis tratos de jefa, me manda a Inspección Sanitaria y encuentran una rata muerta, que el muy hijodeputa plantó entre las cacerolas. Me clausuran el restaurante y todas las sucursales. Me embargan las casas porque me quedo sin un peso. Mi marido me deja por una camarera y se lleva los chicos, porque no soporta vivir con una sucia. El juicio de divorcio se lleva la poca guita que me quedaba.

Pierdo el turno.

Por eso, creo que lo mejor que nos puede pasar en la vida, es lo que nos pasa.
No hay "¿Y si hubiera hecho tal cosa...?" o "Si no me hubiera comportado así..." que valga.
Somos lo que vinimos a ser, hacemos lo que vinimos a hacer, y es lo que mejor nos sale.
Nada debería ni podría ser otra cosa, más que la que ES.
Porque somos y damos lo mejor de nosotros, así como estamos hoy. Conocemos a quienes tenemos que conocer, nos acercamos o alejamos de quienes tenemos que hacerlo.
Y vivimos para aprender lo que necesitamos, y seguimos el camino siempre para adelante, avanzando, no hay vuelta atrás.
Por suerte. :)

PD: En alguna próxima entrega (?), analizaré las probabilidades de otras carreras que barajé (y lo hago aún hoy), como Turismo (seguro me encontraban varando perdida en algún desierto), Astronomía (caigo en cana por robarme un telescopio de la facultad), y Química (esta es la mejor, porque hago volar la facultad y aledaños).

16 de junio de 2013

Hoy en CONSULTORIO PARA BOLUDAS: Las novias de mis amigos no me quieren :(

Hoy les vengo a sacar la duda, a todas aquellas minitah`s que se preguntan porqué las novias de sus amigos no se las bancan.

A ver mi chiquita, las mujeres solemos olfatear a toda señorita que se le acerque al susodicho, porque es nuestra naturaleza.
No conozco NI UNA mujer que no observe/olfatee/analice a cualquier otra dama que se le acerque a su amado.

Peeero antes que nada aclaremos: Si hay amistad entre un hombre y una mujer, (en la cual yo creo) tiene que haber cierta intimidad entre los dos. Y me refiero a la intimidad obvia entre amigos, ¿tengo que aclararlo?

Así que, si te calificás "amiga" de un hombre, no te confundas con el término "conocida". Porque si sólo sos conocida, seguro te vamos a tener entre ojos hasta sacarte la ficha.

Así que veamos:

Si la dama recién conocida es buena onda, macanuda, parece una mina relativamente ubicada y sobretodo tiene mucha onda con nosotras, bingo! Ha caído bien en el alma paranoica que la estaba investigando.

Pero qué pasa con las que caen mal?

Es muy simple: antes de dar el veredicto final -e inamovible- hay algunos estereotipos y /o actitudes que, simplemente, pueden hacer que nos caigas como el reverendo orto de una monja cagando en una letrina:

1) Te comiste al muchacho en algún momento: Jamás lograrás que te apreciemos. Siempre serás una trola aunque haya sido el único hombre que te volteaste en tu vida. Ni se te ocurra hacerte la linda una sola vez porque te vas sin ojos, sin uñas y con el pelo incendiado.

2) Alguna vez le tiraste onda: Casi lo mismo que la primera. Nivel de esperanzas: C E R O.

3) Sos trola:  Acá creo que ni siquiera nos detendríamos a explicarlo, pero es inevitable. Nunca un tipo en serio, siempre con alguno nuevo, clásica calientapijas, aparece reiteradamente llamando la atención en el facebook de hombres con comentarios que nunca vienen al caso o MG en todas las publicaciones. La típica hedienta. Foto de perfil? En malla, en fiesta de disfraces, de perfil mostrando la silueta del ojete. Puede ser de las que portan cara de angelito siempre con la misma sonrisa fingida, o directamente cara de petera (foto desde arriba usualmente) haciendo piquito con la boca pintada de rojo.

4) Sos la única mujer en un grupo de hombres: Por descarte, sos gato o lesbiana. Te vamos a cortar las piernas la primera vez que te veamos sentándote a upa de nuestro hombre, como si estuviera todo bien.

5) Te quedas a dormir en su casa: Vas a aparecer colgada del árbol de una plaza.

Creo que estos son los estereotipos más evidentes y, desgraciadamente para las mujeres celosas, usuales.

Nadie zafa de que su pareja tenga alguna amiga de éstas, dignas para cumplir el sueño del crimen perfecto.

O me estoy yendo al carajo?

4 de abril de 2013

Cambiar es siempre una opción...que elegimos solos.


Insisto en que nunca hay que hacer nada que no quieras, estar con quien no sientas ganas de estar, decir lo que no querés decir. O peor, no decir lo que querés decir.

Venimos acá de viaje y tenemos compañeros con quienes decidimos estar, nadie nunca nos obligó a nada, no estamos cerca de gente que no nos hace bien, porque tenemos libre albedrío y podemos elegir.

Entonces, por qué no disfrutar el momento en el que estamos?
Por qué vivir atajándonos, ocultando quienes somos, usando una armadura, si las personas que nos aman son las que realmente nos conocen?
Por qué sentirnos presionados a ser quienes no somos, si el único que nos hace ser o no ser como queremos, es nuestro propio ser?

Nunca van a intentar cambiarnos las personas que nos quieren, porque nos quieren así. Quizás, si, te den consejos, quieran sugerirte algo, pero cambiar, no. Nadie que te quiere te va a pedir que cambies, a menos que estés dañando a alguien más, por ejemplo.

Nadie puede obligarte nunca a nada. Mucho menos a que dejes de ser quien sos, a cambiar tu naturaleza, tu esencia.
Eso no se puede contaminar nunca, mucho menos alterar.

El cambio siempre empieza por uno, lo decide uno mismo.
Lo decidís cuando algo no funciona, cuando algo no te sirve, cuando alguna pauta de comportamiento te atasca, cuando ser quien sos lastima a otros. Pero, reitero, lo decidís vos.

Quizás la gente que te quiere, también te confunda. Quizás creas que sí, que quieren que cambies. Pero el amor no es así, y hablo de todo tipo de amor.

Somos de naturaleza egoísta y muchas veces pensamos en lo mejor para nosotros, bah, casi siempre.

Pero ante las relaciones que llevamos con otras personas, tenemos que aceptar que el otro no es igual a nosotros, y que muchas veces hay pequeños consensos que llevar a cabo, pequeños cambios de actitud con cada una de las relaciones en especial. Pero eso no implica que cambies vos, ni que cambie tu personalidad.

Si es que te molesta hacer algo por alguien a quién querés, hay que evaluar muchas cosas entonces, y eso es muy personal, es parte de la historia de cada uno.

Y por otro lado, si ves que algo va mal, el cambio es una opción. Si ves que algo no vale la pena, el cambio es una opción. Y así, miles de veces.

Somos la única persona con la que vamos a vivir toda la vida. Así que mejor empezar por casa, y que cada vecino arregle su propio lío puertas adentro.

21 de marzo de 2013

Una serie de eventos desafortunados.

Podría haber salido del trabajo cerca de las 13hs.
Terminé saliendo a las 15, corriendo para terminar un diseño en casa y viajar a imprimir a Capital. Perdí tiempo.

Entretanto, me peleé con una loca de mierda que siempre genera ganas de reventarle la cara de un sopapo para que se calme. E hice pucheros para mis adentros porque no sabía cómo más responderle. Pierdo la paciencia.

Miro el mail. Una clienta a la que le pasé 36597 muestras me dice que la última tampoco le convence. Y es una clienta grande. Hago puchero de nuevo. No quiero perderla.

Llegué a casa, me puse a terminar el diseño, se me apaga la compu antes de que lo guarde. Lo pierdo.
Lo rehago, lo termino, salgo a tomar el bondi. No lo pierdo.

Yendo discuto con mi novio por mensajitos de texto. Me hace doler la panza, me pongo nerviosa.
Camino a la imprenta, me cruzo a mi ex. Fea mi actitud de pretender seguir de largo, cuando veo que el chabón para a saludarme. Él fue algo que perdí, pero a propósito.

Imprimo, me estoy volviendo. Me compro una revista y la guardo en la carpeta donde traigo las impresiones.

Me meo. Me meo fuerte y siempre tomo algo en el bar de la esquina de la imprenta, pero esta vez quería volver rápido, así que puse mi mejor cara angelical y le pregunté al dueño si podía pasar al baño, y él, con su mejor cara también, pero de orto, me dijo: "Si, arriba a la derecha".
Le respondí que si, porque ya sabía dónde quedaba, y así embalada fui antes de mearme el jean.

Voy a tomar el colectivo.
Pasa uno lleno.
Pasa otro y no me dejan pararlo los tres (3) bondis locales que tenía adelante.

Me caliento, cruzo la calle y me voy a tomar un taxi para que me lleve unas paradas más adelante.
En el camino, adivinen! Pierdo otro bondi.

Me bajo del taxi, voy a la parada. Se me desacomoda la carpeta, la acomodo, veo que perdí la revista. Sí, la pierdo.
Y por ende, perdí $24 en la puta Lonely Planet que nunca leí.

Subo en el siguiente Chevallier lloriqueando de rabia.
Llego de mi vieja. Saludo al perro con un abrazo.
Me muerde la pera.

El colmo fue llamar el remis y que tenga 10 minutos de demora. QUE SE FUNDAN TODAS LAS REMISERÍAS!! Ya estaba un poquito alterada.

Restan tres (3) horas para que termine el primer día del otoño.
Yo ya me estoy arriesgando a perder cualquier otra cosa, ya estoy más allá del bien y del mal.

Ojalá sea 21 de septiembre pronto. O 2014, que no sería mala idea.

A ver si ahí pierdo lo que sí quiero, un par de kilos y mambos cerebrales.

30 de enero de 2013

Las cosas inmundas que hacemos por la calor.

Es importante notar, que en verano los seres humanos nos ponemos más desagradables que de costumbre.
Ah, no?
Chequeáte si no hacés nada de esto:

-Estornudar frente al ventilador: Sin querer, claro. Ningún ser humano razonable lo haría pura y exclusivamente para escupirse la cara y oler fétido todo el día. Creo.

-Rascarse las partes: Como parte del ritual de cosas chocantes, los hombres se rascan las bolas -y se huelen las manos- cuando les pican de tanto transpirar.

-Chorrear la gotita bajo el corpiño: las mujeres, sobretodo las de delantera prominente, solemos sentir bajo el aro del corpiño o bajo la teta misma, un hilito cosquilloso (?) de transpiración que baja hasta la panza. No, no es nada sexi.

-Dejar la aureola del cuerpo en el sillón: Después del partido o de la maratón de series, quién no se levantó y dejó toda la espalda marcada en chivo en el sillón, eh?

-Babear: Uno en verano babea más. No sé si es por la cantidad de líquido que ingerimos, pero al despertarte, además de transpirarte la vida, perdiste dos litros más en baba. Es fija.

-Comer cosas que enchastran feo: Como la sandía, y, cuando alguien nos habla, sacar la cabeza de la fruta con la que estábamos ensimismados, para hablar y sonreír escupiendo semillas y babeando rosa. Sin descartar el siguiente chupado del chorro que se nos cae, para atroden.

-Tomar cerveza con mucho calor: No sólo nos mamamos de una, sino que con el calor la birra fermenta y a los 15 minutos ya podemos caminar con propulsión a pedo.

-Tirarnos como lagartijas al sol o a la pileta, y dormirnos: La parte inmunda viene después, cuando te ampollás todo y donde te apoyes, dejás el agüita y un cacho de piel.

-Olernos: En el bondi, en la calle, en el trabajo, en el club. Tenemos olor a chivo y encima lo dudamos, así que nos olemos. Por si era el de al lado, viste?

La mujer sola.

La mujer sola es un cúmulo de emociones.
Si está bastante ocupada en sí misma, en su educación, en cultivar su mente y su espíritu, muchas veces se siente plena, aún sin un hombre.
Inclusive eso mismo puede hacer que no conozca a nadie, porque prefiere ocuparse de otras cosas como el estudio, el trabajo o lo que sea.

Conozco mujeres que están solas, y se puede decir que no todas seguimos las mismas reglas a la hora de atraer a alguien o conseguir pareja.

De hecho hay mujeres increíbles que están solas, y creo que es justamente por eso: porque son increíbles. Son inteligentes, cultas, lindas, sanas mentalmente (dato importantísimo), tienen un trabajo estable y que les gusta, tienen amigas elegidas sabiamente y no cualquier cachivache chusma alrededor, y lo más importante: son independientes y tienen una vida propia.
Cualquier hombre al que se la nombres quedará maravillado. Pero.... ¿porqué no hay conjunción de planetas ahi??
Voy a decir algo que resultará ofensivo: porque una gran parte de los hombres, ante mujeres así, se cagan en las patas.

El machismo en general se asusta ante una mujer bien plantada en la vida y económicamente independiente.
Una mujer que sabe lo que quiere, y cómo conseguirlo, siempre es fuente de dudas para un hombre, sobretodo si él ni siquiera se sabe lavar un calzoncillo.

Pero hay otras mujeres solas que, uno las mira, y se dá cuenta enseguida porqué no tienen a un compañero de viaje al lado, fijo o no. A algunas les huyen, a otras ni siquiera se les acercan...

Aquí las tipologías, desde mi humilde punto de vista:

1) La mujer trola: Nadie la toma en serio porque se pasó entre las piernas a media ciudad, y hasta tenés miedo de nombrarle a tu novio, porque seguro también se lo pasó.
Todo hombre que estuvo con ella, sufrió las consecuencias: o lo persiguió, o lo agredió por no darle bola dos veces, o lo subestimó hasta el piso.
Tiene un temita especial con el odio, sobretodo a las mujeres que estén con cualquier hombre que se garchó, y a ellos no tanto, porque le siguen gustando, como le gustan todos. No le hace asco a nada.
Cualquier hombre que esté a su lado, se siente inseguro, porque siempre habrá alguien nuevo a quien le esté calentando la pava.
Suele ser normal, ni linda ni fea, pero es encaradora y se viste como gato, y así llama la atención.
Es altamente probable que tenga problemitas psicológicos y un ego importante, y que se crea mejor que cualquier persona que la rodea.

2) La fea: No quedan duda, pero siempre hay un roto para un descosido. Ésta es un bagarto, pero tiene más esperanzas de conseguir a un compañero de por vida que la trola.

3) La sin personalidad: Se pone la camiseta del que esté jugando. No se sabe de qué cuadro es, en qué cree, qué color le gusta más o qué tipo de oxígeno está respirando.
Le viene bien cualquiera que le dé bola. Incluyendo animales, a los que querrá hasta asfixiarlos.
Cuando finalmente consigue a alguien, nunca sabe qué hacer y lo termina aburriendo.

4) La celosa patológica: Todas las amigas del novio de turno son unas hijas de puta. Todas las familiares mujeres, ni hablar. Cela al muchacho con las compañeras de trabajo, la que le vendió los puchos en el quiosco, y cualquier mujer que lo mire o viceversa. Está loca, desquiciada, y no tiene límites. Le revisa el celular, el facebook y los mails. Todo recae bajo su control.
La dejan por enferma, claro.

5) La fácil: Tiene el alma de la trola, pero con un poco menos de necesidad de psiquiatra. Le gusta la pija más que el chocolate, y parece una chica normal. Cuando alguien se le acerca, seguramente actúe como inocentona, o nenita, haciéndose la virginal.
Al día siguiente se hace la otra y que nadie le recuerde la noche anterior, quizás el pobre hombre le dé vergüenza. Tienen un nivel altísimo de hijaputez, pero la juegan de sensibles. La lista es larga, muy larga.

6) La ama de casa: A ésta se la pusieron, y ya se imaginó la casa, los pibes y el perro. Le quiere presentar a los padres a la semana de estar saliendo, y cuando pasa por una mueblería, mira los juegos de dormitorio y las cunas. A veces ésta tipología viene fallada (más) y dejan de cuidarse sexualmente a propósito para quedar embarazadas, creyendo que así atraparán finalmente al gran pez.
Nadie les avisó que ellas se quedan con el premio consuelo, que es el pibe.

7) (Hete aquí mi investigación antropológica favorita) La rocha: Esta muchacha a veces ni siquiera sabe lo que son las pastillas anticonceptivas. Y otras tantas, se hace la boluda. A los 15 años tuvo el primer pibe con el Jona, y ahora que tiene 20, parece de 32. El hombre la subestima y ella adquiere concepciones machistas de la vida. Se queda en la casa "cuidando" los pibes, (que siempre están con los mocos chorreando jugando en la zanja) y cuando crecen un poco, piensa seriamente en mandarlos a pedir, porque el padre de alguno de ellos ya cayó como tres veces y el otro padre se queda en casa comiendo asado con la plata del plan Trabajar.

Ojo! Que no todas las rochas son iguales. El resto...si, seguro que si, las identificás de una.

Así que, hombres, chequeen que la soltera que tienen en vista no pertenezca por completo a ninguno de estos grupos.
Y bueno, si es una mezcla rara, avísenme que la clasifico.

25 de enero de 2013

Irascible.

Venimos al mundo con capacidades tan lindas, que luego tergiversamos y deformamos para cagarle la vida al prójimo y a nosotros mismos.

Últimamente ando irascible, y me doy cuenta que hay muchas situaciones y personas que sacan lo peor de mí.

Las trolas.
Soy celosa y todo lo que amenace mi relación me saca de las casillas, así sean pendejas de mierda que no saben lo que quieren en la vida y se dedican a romper las pelotas; como personas que no se ubican en el rol que les corresponde y actúan como si fueran algo más o como si tuvieran derechos especiales. Yo nunca me metí entre una pareja (a sabiendas, siempre existe un boludo que no te cuenta la posta), y es horrible que exista gente que arruina noviazgos y matrimonios. 
Es horrible, de por sí, que exista gente con la autoestima tan baja como para vivir haciendo bajezas.

Mis vecinos.
El pajero del lavadero de autos de atrás de mi casa tiene una máquina de noséquémierda, que además de quitarme el sueño, me provoca una bronca impresionante que, cuando quiero dormir, ya no sé cómo calmar.

Las murgas.
Nunca entenderé el concepto de la murga barrial y todo eso. A mí, felicidad no me traen, sólo ganas de denunciarlos por ruidos molestos. (Y por creerse que hacen cultura cuando lo único que generan, por lo menos en mí, es ganas de incendiarlos vivos y que vayan tocando bombos al infierno).

El Facebook.
Es una fuente muy fiable para buscarle roña tu novio, o descubrir la verdadera personalidad de muchos.
A mí me tienen harta las conchudas y los pelotudos.

Mi ira misma.
Me violenta ser tan violenta.
No puedo concentrarme para meditar, me agarran ataques de llanto y quiero salir a matar a medio mundo cuando me sacan de las casillas.
No comprendo las reacciones ajenas y mucho menos las mías, cuando alguien no me entiende.

No sé lo que me pasa que todo me molesta, todo me altera, y si me ignoran, me siento invisible, sin importancia.

Éso me duele mucho: cuando para las personas no soy lo importante que son ellas para mí, o no les importan las situaciones que a mí sí, y me restan importancia.

Me quiero mudar, ni siquiera de barrio o de país, me quiero mudar de mundo.
Estoy cansada de tanta humanidad y de no poder comprenderla.